Menos de dos semanas después de Niza, un cura fue degollado en una iglesia de Normandía, un nuevo ataque reivindicado por el grupo EI que sume a Francia en el estupor a medida que se conoce que uno de los autores había sido inculpado por vínculos con el «terrorismo».

Jacques Hamel

Este es el primer atentado del grupo yihadista Estado Islámico (EI) contra un lugar de culto católico en Europa, por lo que el impacto simbólico de la acción remece fuertemente a la sociedad y atiza la polémica en torno a las supuestas fallas de seguridad en el atentado de Niza.

«Atacar una iglesia, matar a un cura, es profanar la república que garantiza la libertad de conciencia», dijo este martes el presidente francés, François Hollande, en una declaración solemne al país.

En sus palabras, Hollande pidió a los franceses actuar unidos y no dividirse frente a una «guerra» que busca golpear la democracia del país.

El ataque, en el que hubo toma de rehenes, comenzó hacia las 09H30 (07H30 GMT), en plena misa. Cinco personas se encontraban en esta iglesia de Saint Etienne du Rouvray, una localidad normanda de 29.000 habitantes a 125 kilómetros de París, cuando dos atacantes entraron al recinto, al grito de «¡Allah Akbar!», según un testigo.

«Los atacantes de la iglesia normanda son soldados del Estado Islámico que realizaron el ataque en respuesta a llamados a atacar países de la coalición» internacional que combate al EI en Irak y Siria, según Amaq, un órgano de propaganda del grupo yihadista.

Los agresores fueron abatidos al salir de la iglesia por miembros de la Brigada de Búsqueda e Intervención (BRI), especialista en secuestros, que habían rodeado el templo.

«Pensaba que (los atentados) solamente ocurrían en las grandes ciudades y que nunca podrían llegar hasta nosotros», reaccionaba, incrédula, Joanna Torrent, una empleada de una tienda de Saint Etienne du Rouvray.

Tres rehenes fueron liberados sanos y salvos y un cuarto, un feligrés, se encontraba entre la vida y la muerte.

El cura degollado se llamaba Jacques Hamel y tenía 84 años de edad.

 Uno de los autores identificado 

Uno de los dos autores del ataque fue «identificado formalmente» como Adel Kermiche, de 19 años y nacido en Francia, informó el fiscal a cargo del caso, François Molins.

El segundo agresor todavía no ha sido identificado, agregó el fiscal en una declaración a la prensa, en la que confirmó que Kermiche había sido inculpado en marzo de 2015 de vínculos con una organización terrorista y fue liberado con la obligación de llevar un brazalete electrónico y permanecer en arresto domiciliario, aunque con permisos de salida.

Había intentado viajar a Siria en dos ocasiones y estuvo 10 meses en prisión.

El papa Francisco dijo que compartía el «dolor y horror» por este «asesinato bárbaro», indicó el Vaticano en un comunicado.

Esta toma de rehenes tuvo lugar en un contexto de alerta máxima en Francia, doce días después del atentado en Niza (sureste), también reivindicado por el EI, que dejó 84 muertos y más de 350 heridos.

Hollande, que se trasladó inmediatamente al lugar de los hechos, condenó este «vil atentado terrorista».

La fiscalía antiterrorista tomó a cargo inmediatamente la investigación y un hombre fue detenido preventivamente pocas horas después del ataque.

Críticas de la oposición 

El primer ministro, Manuel Valls, expresó su horror por este «ataque bárbaro contra una iglesia».

Valls había advertido hace una semana que Francia debía prepararse a ser blanco de «otros atentados».

Como era previsible, la oposición aprovechó la ocasión para criticar al oficialismo.

«Debemos cambiar profundamente la dimensión, la medida, la estrategia de nuestra respuestas», dijo el expresidente y jefe de la oposición Nicolas Sarkozy, denunciando «una acción incompleta contra el terrorismo». Además, insistió con la iniciativa de crear centros de detención para los sospechosos.

La presidenta del partido de extrema derecha Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, denunció en Twitter la «responsabilidad (…) inmensa» de «todos los que nos gobiernan desde hace 30 años».

Francia, que ha sido blanco de tres ataques de gran envergadura en los últimos 18 meses —17 muertos en enero de 2015, 130 muertos el 13 de noviembre de ese año y 84 muertos el pasado 14 de julio— vive sumida en el miedo de nuevos ataques.

 El ‘reino de la Cruz

Después del ataque en Niza, Francia extendió seis meses el estado de emergencia, en vigor desde los ataques yihadistas del 13 de noviembre de 2015 en París.

Este régimen da a la policía poderes adicionales para llevar a cabo registros y para poner a sospechosos bajo arresto domiciliario.

En su propaganda y sus comunicados de reivindicación, el grupo Estado Islámico insta a atacar a los dirigentes «cruzados» occidentales y al «reino de la Cruz».

Después de que se abortara un proyecto de atentado contra una iglesia en las afueras de París en abril de 2015, el gobierno había anunciado que adaptaría su dispositivo de lucha antiterrorista a los lugares de culto católicos.

Cerca de 700 escuelas y sinagogas judías así como entre 1.000 y 2.500 mezquitas están protegidas por militares, pero parece difícil aplicar las mismas medidas de seguridad en las 4.500 iglesias católicas que cuenta el país.