Organismos de derechos humanos advirtieron  que la República Dominicana y Haití se exponen a sanciones internacionales si no detienen el tráfico y trata de personas, sobre todo de niños, por la frontera norte que separa a los dos países caribeños.

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Así lo señalaron en declaraciones a Efe, dado el crecimiento del trasiego de haitianos indocumentados, muchos de ellos niños y mujeres, que cruzan la frontera haitiana Norte con destino a República Dominicana aunque, según autoridades castrenses y civiles, la situación está controlada.

El fenómeno se produce a diario, sobre todo en horas de la noche y la madrugada y casi todos, llegan a la ciudad de Santiago, la segunda del país, según dijo a Efe, Elián Galván, de la Brigada de Defensa Humana en la zona Norte.



Una fuente del Ejército de República Dominicana, informó a Efe de que en entre final de junio y mediados de julio, soldados apostados en la franja fronteriza, han arrestado al menos 5,000 haitianos que cruzaron de manera irregular a territorio dominicano y que de esa cifra, 607 son niños y adolescentes.

Solo entre el jueves y el viernes apresaron a 88 haitianos indocumentados y rescataron a 12 niños que viajaban en compañía de sus padres y de otros familiares.

Muchos de los inmigrantes arrestados junto a sus hijos afirman antes los investigadores militares que su intención era inscribirlos en escuelas dominicanas, porque todos los años, a millares de niños se les niega en Haití el derecho a la educación por la falta de aulas, tal y como relató Jenffrey Pierre, uno de los haitianos arrestados por efectivos del Ejército de República Dominicana.

Mary Baptiste, otro de los inmigrantes arrestados por soldados dominicanos dijo que decidió cruzar la frontera junto a su hijo de 7 años en busca de mejores perspectivas de vida y para ayudar a los familiares que dejó atrás en su país.

«Estamos pasando mucha hambre en Haití, no hay empleos, nos niegan la educación a nuestros hijos, nos dicen que no hay cupo (espacio) para más», se quejó la haitiana, al tiempo que rogaba a militares que no la deportaran por haber cruzado la franja fronteriza de manera irregular.

El presidente de la Comisión de Derechos Humanos en Santiago y la región Norte, Dionisio Jerez, calificó de preocupante el tráfico de personas procedentes de Haití, más aún de niños, y opinó que las autoridades dominicanas y haitianas tienen que tomar acciones conjuntas para detener ese fenómeno migratorio.

En declaraciones a Efe, señalo que en el caso de los menores, éstos se exponen a todo tipo de abusos, y advirtió de que ambas naciones caribeñas, pueden exponerse a sanciones internacionales, si no detienen la trata y tráfico de personas por la frontera común.

Principalmente los sábados, domingos y días feriados, en las calles de Santiago y otras ciudades de la región, se observan a decenas de niños y mujeres de nacionalidad haitiana pidiendo en lugares estratégicos y plazas públicas.

Fuentes del Ejército Dominicano concentradas en la línea limítrofe con Haití, comunicaron que los puntos más comunes para el tráfico de personas se encuentran en las localidades de del río Masacre, La Vigía, Cañongo, Sanché, Los Cayucos, La Aviación, La Bomba, Santa María.

También señalaron Esperanza, Guayubín, Santiago de la Cruz, Las Caobas, Copey, El Puente, Hatillo Palma, Jicomé, Manzanillo, El Guanal, Botoncillo, Los Miches, las Caobas, en las provincias de Dajabón, Montecristi, Santiago Rodríguez y Valverde.

Según los informes proporcionados a Efe, la mayoría de esos inmigrantes han sido detectados cuando eran transportados a las ciudades de Santiago, Santo Domingo, Valverde, Puerto Plata y otras zonas del país, en camionetas, autobuses, motocicletas, caballos, burros y mulos.

Las autoridades dijeron que, en muchas ocasiones, traficantes de personas, tanto haitianos como dominicanos, que operan en la frontera Norte han sido sometidos a la justicia, pero logran su libertad con mucha facilidad.

Muchos de los inmigrantes denunciaron, en presencia de los militares, que pagaron entre 90, 100 y 125 dólares a los poteas haitianos (como se conoce en su país a los traficantes de personas), para que los transportaran a Ouanaminthe, ciudad haitiana ubicada a 600 metros de la población dominicana de Dajabón.

Sin embargo, la mayoría alega que se internaron en el monte y que pretendían que llegaran a sus destinos caminando o a lomos de caballos y mulos, porque el dinero se le agotó, y que en el trayecto fueron atrapados por militares.

Paúl Jean, lamentaba tener que regresar a su país y declaró que, igual que muchos de sus compatriotas, tomaron dinero prestado para emigrar a República Dominicana en busca de mejores condiciones de vida.

«Los haitianos, nos estamos cayendo muertos, no hay de nada, nosotros no queremos emigrar a ningún otro país, pero el hambre nos impulsa hacerlo», indicó a Efe Denirit Baptiste, otro inmigrante detenido en la zona fronteriza, que esperaba su turno para ser repatriado hasta Haití, junto a otros de sus compatriotas. EFE