A juzgar por la firmeza en el tono de los altos funcionarios estadounidenses, las probabilidades de que el presidente Barack Obama perdone a Edward Snowden parecen escasas y cercanas a cero antes de las elecciones de noviembre.

Edward Snowden



El excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional que hizo públicos miles de documentos secretos en 2013 que revelaron un vasto programa estadounidense de espionaje desplegado luego de los atentados del 11 de setiembre de 2001, vive actualmente en Rusia.

Tres prominentes grupos de derechos humanos -Amnistía Internacional (AI), Human Rights Watch (HRW) y la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU)- lanzaron una campaña el miércoles para presionar a Obama a perdonar al informante fugitivo.



Snowden es también el tema de un filme de Oliver Stone que se estrena este viernes en Estados Unidos.

Reconocidos abogados y celebridades entre las que se inclye la escritora Joyce Carol Oates, los actores Martin Sheen y Susan Sarandon, los músicos Peter Gabriel y Thurston Moore han firmado la petición en la página pardonsnowden.org, que urge a Obama a tener clemencia con Snowden antes de dejar la Casa Blanca en enero.

Aunque no es la primera campaña organizada en apoyo de Snowden, de 33 años, que para algunos es un héroe y un traidor para otros, concentra la presión sobre el presidente con la esperanza de que se sienta menos coaccionado al final de su mandato.

Acusaciones muy serias

Sin embargo, Washington no ha dado señales esta semana de estar escuchando.

Un informe del Congreso criticó el jueves a Snowden, considerado un «empleado desleal», no un «informante con principios» protegido por la ley.

«Edward Snowden no es un héroe -es un traidor que conscientemente traicionó a sus colegas y a su país», afirmó Devin Nunes, presidente del Comité de inteligencia de la cámara baja.

Snowden desechó el informe en Twitter.

«En definitiva: luego de ‘dos años de investigación’ el pueblo estadounidense merecía más», escribió. «Este informe desacredita al comité».

La Casa Blanca ya había rechazado una petición previa para perdonar a Snowden en julio, que había recibido más de 160.000 firmas.

El miércoles el secretario de prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo que a Snowden se le garantizaría un debido proceso en un juicio en Estados Unidos, donde enfrenta hasta 30 años de cárcel por espionaje y robo de secretos de estado.

«Su conducta puso en riesgo la vida de estadounidenses y la seguridad nacional estadounidense», dijo a los periodistas.

Trump y Clinton contra Snowden 

Snowden huyó con documentos secretos primero a Hong Kong, donde se escondió entre refugiados de Sri Lanka en viviendas precarias, después recibió asilo político en Rusia luego de que Estados Unidos revocara su pasaporte, cuando estaba en camino hacia Ecuador.

Snowden y quienes lo apoyan argumentan que aunque robó información, las revelaciones beneficiaron a la opinión pública estadounidense porque llevaron a mejorar la legislación sobre la protección de la privacidad.

«El enorme valor de las revelaciones de Snowden es claro», escribieron el director de HRW, Kenneth Roth, y de AI, Salil Shetty, en el diario The New York Times el jueves. «¿Cuál fue el daño? Se obtuvo clara evidencia de las amenazadoras declaraciones de muchos altos funcionarios».

En una videoconferencia el miércoles, Snowden reiteró que no tendría un juicio justo en Estados Unidos bajo la Ley de Espionaje.

«No permite que un informante se defienda», afirmó. «La ley no distingue entre quien da información sensible en forma gratuita a periodistas y los espías que la venden a potencias extranjeras».

Pero un perdón parece muy improbable en el actual contexto de la campaña presidencial.

El candidato republicano Donald Trump llamó a Snowden «un tipo terrible», agregando que «se sabe que todavía existe algo llamado ejecución».

Su rival demócrata Hillary Clinton dijo que no se debe permitir a Snowden volver a Estados Unidos «sin enfrentar las consecuencias».

En consecuencia, un perdón por parte de Obama antes de la elección, con certeza afectaría a su colega demócrata Clinton, alentando a los republicanos a acusarlo de debilidad.

Sin embargo, los presidentes típicamente emiten muchos de sus perdones en sus últimos días en la Casa Blanca.