Da pena y vergüenza que todavía haya personas que se enriquezca con el mal del otro, me refiero a nuestro vecino Haití. Personas que se dicen llamar de la sociedad civil y supuestos “nacionalistas” y otras que han vivido siempre en todos los gobiernos haitianos, que nunca le ha importado su pueblo y mucho menos la hambruna que viven su gente.

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Calificamos una exageración y un atropello del tribunal supremo de justicia de ese país, amenazar con destituir al presidente interino Jocelerme Privert para dizque “salvaguardar la soberanía nacional”, presuntamente puesta en peligro “por permitir la presencia de tropas dominicanas en territorio haitiano”.

Entiendo su posición salpicadas de interés económico, pero nosotros teníamos la obligación de protegernos con militares dominicanos, nuestra comitiva enviada por el presidente Danilo Medina, necesitaba sentirse apoyada y protegida y más aún en un país llenos de problemas políticos y disturbios permanente.



Decía nuestro Patricio Juan Pablo Duarte: Sé justo si queréis ser felices, ese es el primer deber del hombre, por lo que no veo ninguna culpa, o hecho penal por el presidente haitiano de defender el derecho que le asiste a nuestro país a proteger sus equipos desplegado en Haití como parte de la ayuda ofrecida a miles de damnificados del huracán Mathew.

Nosotros siempre hemos ayudado al pueblo haitiano y los hechos más cercanos que recogerá la historia están ahí, como es el caso de la catástrofe sísmica del 12 de enero 2010 en Haití, donde fueron enviadas miles de ayuda de todos tipos de productos sin importar el rechazo de muchos de sus conciudadanos, reitero, llamados supuestamente “nacionalistas” que han querido siempre mantener rota nuestras relaciones, porque eso beneficia su ego, su rencor histórico y apetencia económica y a la vez nos pone en mala con la comunidad internacional para después reírse con la última muelas de atrás.

Opinión de José Román Diní