Anneliese Michels era una jovencita común y corriente. Formaba parte de una familia profundamente católica en Leiblfing, Alemania. Sus padres, ella y sus tres hermanas iban a misa al menos dos veces a la semana.

Cuando Anne tenía 16 años empezó a convulsionar de la nada y se le diagnosticó epilepsia. Presentó además un cuadro de depresión profunda y tuvieron que hospitalizarla. A los veinte años, ya no toleraba ver objetos religiosos y había comenzado a oír voces malignas.



Anneliese y su familia estaban convencidos de que la joven tenía un demonio dentro. Estaban tan convencidos que se negaron a continuar con los medicamentos indicados en el hospital y comenzaron a buscar ayuda en la iglesia

Los primeros hombres de fe que recibieron a la familias apuntaron que era un caso médico, no religioso, pero los Michel ya habían decidido qué le pasaba a Anneliese. Finalmente encontraron en los sacerdotes Ernst Alt y Arnold Renz palabras de apoyo, y los exorcismos comenzaron.



Durante las sesiones la joven era encadenada a una silla y no podía comer, beber o dormir. Algunos de los demonios que estos sacerdotes identificaron en la joven fueron Caín, Iscariot y Nero.

Después de 11 meses y casi 50 sesiones de exorcismo, el cuerpo de Anneliese no pudo más. Tenía neumonía, se había roto dos ligamentos en la rodilla y murió súbitamente.

La autopsia reveló que la causa de muerte fue malnutrición y deshidratación.

Cuando murió tenía 23 años y pesaba 30 kilos. El caso abrió un fiero debate sobre la libertad religiosa en Alemania y los derechos paternales. ¿Cuándo es demasiado?

Los sacerdotes y sus padres fueron declarados culpables de homicidio por negligencia, pero los padres no recibieron castigo “porque ya habían sufrido lo suficiente” y los sacerdotes recibieron tres años en libertad condicional.

Los Michel dieron una entrevista el 2005 y revelaron que genuinamente su hija estaba poseída por un demonio. Creen que al morir, se liberó hacia otra persona.

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Fuente: https://difundir.org