Opinión de Raphy D Oleo

La discusión para buscar un nombre al mal llamado “merengue de calle” ha vuelto a ocupar grandes espacios en los medios de comunicación. Desde hace tres años hemos venido planteando la necesidad de bautizar este “mambo sin norte” para evitar, sobretodo, que las futuras generaciones pierdan el concepto real de lo que es nuestra música autóctona.



Reconocidos músicos han aportado opiniones encontradas dilucidando si lo que se hace hoy día es merengue. Por considerarlo actual y oportuno expongo lo que escribí en Septiembre del 2007 que conserva una afortunada vigencia.

Desde hace un tiempo son mínimas las transformaciones que ha sufrido nuestro ritmo vernáculo. Los cambios más visibles vienen dado por un maquillaje de primera mano realizado por grandes músicos con un amplísimo dominio armónico, pero respetando la esencia básica. Personajes que en base a estudios rigurosos colocan sus capacidades al servicio de un género que debería tener mejor suerte.



La aparición de agrupaciones musicales con pobre lírica, trepidantes arreglos y reiterativo engranaje melódico ha convertido la radio y discotecas en un rin desarmónico donde pelean en pareja el mal gusto y el baile canino. Todo esto ha traído consigo la llegada de un mal llamado MERENGUE DE CALLE. Los que siguen el curso de nuestra música no han logrado comprender que esta denominación ofende la inteligencia nacional, toda vez que conceptualiza un género en base a expresiones idiomáticas barriales y no en función de los elementos rítmicos que lo caracterizan.

No soy de los que se escudan tras una cortina de conservadurismo extremo e hipócrita para criticar a un grupo de muchachos que más que aportar al desarrollo de nuestra música se preocupan por ir ¨en busca del moro perdido¨. Su visión no va más allá de la línea que divide la herejía de la necesidad. De ahí su cara de ignorancia. No entienden que los fenómenos sociales son reflejos obligatorios de las realidades que nos rodean.

No existe MERENGUE DE CALLE NI MERENGUE DE SALÓN. Solo existe MERENGUE. Un género, un ritmo. Y si pudiera clasificarse, esto no dependería de sus letras o velocidad. Si ellos insisten en llamar MERENGUE a lo que hacen, que la posteridad los perdone. Pero nosotros hoy debemos ser los primeros en dejar establecido que lo que tocan no es eso. Que han tenido la capacidad de crear algo nuevo pero ni cuenta se han dado. Les sugiero que a ese engendro que han inventado le llamen CALLENGUE.