Santo Domingo. Antes de emitir cualquier opinión uno debe dejar a un lado las pasiones, los sentimientos y toda clase de prejuicios que impidan plantear los argumentos de una forma clara, sin caer en las injusticias.
La sociedad se ha estremecido por el asesinato en San Pedro de Macorís de dos locutores, uno de ellos fue abatido en momentos donde transmitía en vivo su propuesta radial en las instalaciones de la emisora 103.5 FM localizada en Jumbo.
Se desconoce por qué le quitaron la vida a los comunicadores Leo Martínez y Luis Manuel Medina, pero sea cual fuese el motivo no era necesario llegar hasta ese punto. Hasta que las autoridades no indaguen todo cae en el campo de la especulación, y no me quiero hacer eco de cosas que no han sido confirmadas, pero una de las hermanas de Luis Manuel Medina dijo que a los profesionales de la comunicación les quitaron al vida por denunciar el vertido de aguas contaminadas a la Laguna Mallen por parte de una empresa textil que fue multada por el Ministerio de Medio Ambiente ayer, esta versión no ha sido confirmada ni desmentida por las autoridades.
Estamos frente a un hecho que aparenta a todas luces un crimen por encargo, pero ¿cuál es el trasfondo de esto? amedrentar a todo comunicador que se atreva a denunciar todas las barbaridades que aquí se cometen, justamente donde la sociedad está encabezando una de sus batallas más fuertes contra un Estado corrupto que no da respuesta al reclamo del pueblo, pero sobre todo donde pocos se atreven a levantar su voz en contra de una especie de dictadura escondida bajo un manto de democracia.
Esperamos que las autoridades atrapen con vida al que hoy en señalado como el principal sospechoso, que no pase como suele pasar, que el autor intelectual paga dos veces, a uno para que mate y a otro para que elimine al matador inicial, así despeja cualquier amenaza en los tribunales.
Esto es un crimen que persigue sin duda alguna crear pánico, no en la sociedad en sentido general, pánico en la prensa para que nos pongamos una mordaza, para aplicar la autocensura, mientras pasa de todo y nadie se atreva a denunciarlo.