Decenas de miles de prostitutas infectadas con VIH viven en los barrios pobres de Lagos, Nigeria.

A las prostitutas del barrio de Badia las persigue una sombra oscura: el VIH. Con el virus en las venas ofrecen sus servicios a dos dólares por cliente. Apodadas con el nombre de “Ángeles de la Muerte”, viven en ínfimas habitaciones distribuidas en un pasillo de tablas de madera vieja. 



En este suburbio de África Occidental, cada mañana amanece una mujer con la mirada perdida. La cama está deshecha y sucia, cada noche cinco hombres pasan por ella y durante el día muchos otros pagarán por usarlas, las camas y las mujeres. Camas que son testigos directo del sexo más sórdido y peligroso.

El trago más duro se lo llevan niñas de 14 años que trabajan vendiendo su cuerpo para sobrevivir. Los hombres pagan más por las más pequeñas. Algunas cuentan que también las “visitan los blancos, casi siempre gordos y feos, pero son los que tienen más dinero”.



Es un lugar donde la vida está oxidada, las paredes resquebrajadas y las sonrisas se han olvidado. Ellas no solo se enfrentan a una enfermedad que las va apagando poco a poco, también sufren violaciones, secuestros, robos y, en definitiva, extrema violencia machista.

Las mujeres más jóvenes aún no son mujeres, son niñas de 14 años que trabajan vendiendo su cuerpo para sobrevivir. Los hombres son conscientes que las mujeres están enfermas, sin embargo no usan anticonceptivos como el preservativo, lo cual lleva a que se produzcan una gran cantidad de embarazos e infecciones. El 80% de los infectados de VIH no tienen acceso a ningún tipo de tratamiento médico ni a medidas de prevención que impidan que el virus se siga contagiando.

’Los hombres visitan a las mujeres como si estuvieran caminando por un supermercado’

“Las Ángeles de la Muerte” fueron conocidas gracias a Ton Koene, fotógrafo documental que se encarga de retratar los rostros y el ambiente de las situaciones más terribles que ocurren en todas partes del mundo. 

Cuando Koene llegó a Lagos fue en busca de un taxi que lo acercara al barrio de Badia. En el camino tuvo una charla con el taxista: “Cuando te vas acercando con el coche puedes oler el virus de sida desde fuera”. Koene guardó silencio, el conductor continuó: “Las muchachas de ahí, cuanto más bonitas y más jóvenes, son más caras. Los hombres las visitan como si estuvieran caminando por un supermercado”.

Nigeria tiene una población de aproximadamente 174 millones de habitantes y es el tercer país con mayor número de personas con sida en el mundo, según un estudio realizado por el Centro Nacional de Biotecnología, cerca de 2.9 millones de personas padecen esta enfermedad.

Las mujeres nigerianas son, además, las principales víctimas de trata. Miles de ellas viajan engañadas a Europa con la promesa de una vida diferente. Cuando llegan, su empleo es peor o igual de terrible que la razón por la que escapan de su país. Muchas de ellas son menores de edad, víctimas de violación y están obligadas a pagar las deudas del viaje que cuestan más de 45.000 euros.

 

Retrato de una de las trabajadoras sexuales de Badia, Nigeria

Fuente: https://www.lavanguardia.com