En los últimos años los dominicanos hemos visto como militares, policías y miembros de la DNCD han sido sorprendidos en actos delincuenciales, ya sea relacionado con las drogas o corrupción administrativa en sus distintas vertientes.
Actos desleales que no eran común ver ya que aunque siempre ha existido la corrupción en nuestro país, no llevaba al nivel alcanzado hoy día. En la actualidad cualquiera puede ingresar a trabajar en cualquiera de los cuerpos castrenses que ponen el orden en la República Dominicana, motivando a delincuentes por la impunidad a pertenecer a este exclusivo sector en el cual uno se puede hacer de una gran fortuna con el simple castigo de ser destituido de una de las instituciones antes mencionadas.
Con frecuencia leemos en la prensa la complicidad de un policía con un narco, pero en su gran mayoría no son sometidos a la justicia, casi todo se queda en la expulsión. Ese policía no llega a la cárcel y resuelve su vida entera con las riquezas acumuladas de manera ilícita que por nadie son tocadas.
Son delincuentes prepago porque a pesar de que se les inculpa públicamente por un acto deshonroso a ellos no les importa, porque su objetivo era amasar una fortuna sin tener que caer preso.
La situación es tan fuerte que La Policía Nacional tiene su sistema disciplinario en el cual cuando son casos muy fuertes envía sus miembros a una especie de hotel localizado en San Cristóbal donde duran de 3 a 7 meses supuestamente presos, pero con todas las comodidades del mundo, disfrute de sueldo y con derecho a salir a pasear cuando quieran. Cuando el caso en el que se ven envueltos se enfría los policías vuelven a gozar de su trabajo, aunque le hacen el famoso traslado para que no vuelvan a calentarse en el mismo lugar.
Y es así como funcionan muchas cosas en nuestro país, por eso se hace tan difícil controlar la delincuencia, porque estando manejados por delincuentes es casi imposible detenerla.