Detestable. No hay otra forma se califica la injustificable costumbre de llevar celulares a la cama. No en vano una encuesta publicada por el Daily Telegraph culpa a estos aparatos por la escasa actividad de las parejas bajo las sábanas. De acuerdo con el sondeo, el 28 por ciento de las mujeres aseguran que desde que los teléfonos inteligentes entraron a sus dormitorios, los encuentros disminuyeron en cantidad y calidad.



El asunto es tan serio que hace apenas una semana otra encuesta reveló que el 5 por ciento de los españoles estarían dispuestos a sacrificar el sexo por su teléfono móvil.

¡Confirmado: llegó el fin del mundo! También se supo hace poco que la compulsión por leer y responder mensajes o llamadas es de tal tamaño, que cuando el aparato suena o vibra ocurre una de dos cosas: que se acelere o se frene en seco.



Aunque duela reconocerlo, esto acabó dirimiendo la vieja discusión de qué hacer o cómo portarse después del sexo: en una reacción tan automática como irreflexiva, inmediatamente después de terminar muchos de ellos o ellas echan mano de su celular. Eso equivale a ver a nuestro equipo de fútbol marcar un gol en la final del mundial, y no celebrarlo por ponernos a chatear.

Al comienzo la excusa era que esa actitud obedecía a una falta de gusto por el otro, o porque estos dispositivos involucraban, también, llevar trabajo a la cama… La realidad es que la adicción por estos aparatos es tal que ni en la cama la gente se desprende de ellos.

Si a esto se suma la enorme desconfianza que produce el permanente chateo del otro, no queda de otra que despedirse de la cama. Si de lo que se trata es de evitarlo, sólo cabe tomar una decisión: apagar el teléfono y sacarlo de la cama.

Fuente: Elnuevodia.com