El primer ministro nipón, Naoto Kan, pidió unidad a sus conciudadanos para afrontar las consecuencias del grave terremoto del viernes 11 de marzo.»Considero que la situación actual, con el sismo, el tsunami y las centrales nucleares, es de cierta manera la más grave crisis que enfrentemos en los últimos 65 años, después del fin de la Segunda Guerra Mundial», declaró.
Kan dijo que la situación es «preocupante», al tiempo que mostró su gratitud y «respeto» por la calma con que la población japonesa ha hecho frente al terremoto. «No será fácil, pero superaremos esta crisis, como hemos hecho en el pasado», aseguró el jefe del Gobierno nipón.
La cifra de muertos dejados por el terremoto y tsunami que azotaron al noreste de Japón podría superar las 10.000 personas, declaró a la cadena nacional NHK citando al jefe de la policía de Miyagi. Las estimaciones hasta el momento hablaban de más de 1.800 personas posiblemente muertas o desaparecidas, según la agencia de noticias Kyodo.
La Agencia Meteorológica de Japón levantó este domingo 14 la alerta de tsunami que mantenía vigente en la costa oriental del país, sacudida el viernes 11 por un devastador terremoto de 9 grados en la escala de Richter.
Las autoridades meteorológicas decidieron retirarla al considerar que no hay riesgo de grandes olas. El seísmo que hizo temblar el este de Japón el viernes, uno de los mayores de la historia, originó un tsunami que se llevó por delante cientos de casas y vehículos en la costa nororiental del archipiélago.
En las tareas de rescate participan el conjunto de las Fuerzas Armadas con 300 aviones, 20 buques y destructores y 25 cazas de reconocimiento desplazados a la costa este del archipiélago, donde más de 1.800 personas murieron y miles desaparecieron.
El número de soldados enviados a las regiones del noreste devastadas por el sismo de este viernes pasó de 50.000 a 100.000, anunció el gobierno japonés
También llegaron equipos internacionales, algunos de los cuales habían participado recientemente en la búsqueda de supervivientes en las ruinas del terremoto que, el pasado 22 de febrero, golpeó a Nueva Zelanda.
Entre las casas destruidas y los cadáveres, hubo buenas noticias como el rescate de un grupo de sobrevivientes que estaba refugiado en el techo de una escuela primaria en Watiri. Se sumó el hallazgo con vida de 81 náufragos de un barco arrastrado por el tsunami.
No obstante, el panorama general era sombrío. En el puerto de Rikuzentakata se encontraron entre 300 y 400 cadáveres. El viernes una cifra similar de cuerpos apareció en la ciudad de Sendai.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, enfatizó la importancia del primer día de búsqueda de supervivientes. «Me di cuenta de la inmensa dimensión de los daños», declaró tras sobrevolar en helicóptero las zonas devastadas por la catástrofe. «Vi zonas residenciales completamente arrasadas y los incendios proseguían en otros lugares», explicó.
Los Estados Unidos, que tienen 47 mil soldados estacionados en el país, enviaron dos portaaviones a la región para sumarse al trabajo de los efectivos nipones. La Comisión reguladora nuclear estadounidense anunció que mandará a dos expertos nucleares.
Siete expertos en evacuaciones y gestión de catástrofes naturales de las Naciones Unidas arribarán para ayudar a sus homólogos japoneses a coordinar la acción de los equipos de socorristas. Australia (72 especialistas), Alemania, México, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Singapur (145 expertos en total) también intervendrán del megaoperativo. Mientras que China, Francia, Gran Bretaña y la Unión Europea preparaban sus misiones.
En las últimas 24 horas, unos 400 médicos, enfermeras y otros expertos de la Cruz Roja japonesa acudieron en ayuda de los supervivientes con «clínicas móviles». Las policías de Tokio y Osaka (centro) y el ministerio de Salud desplazaron rápidamente al lugar de la tragedia sus equipos sanitarios.
Fuente:InfoBae