Por Manuela Lora



Santo Domingo. Un gran porcentaje de pacientes descubre que padece de glaucoma de manera casual, entre otras cosas y de manera especial cuando visita su oftalmólogo por la necesidad de un cambio de lentes, por eso es importante que se tengan en cuenta los factores que favorecen la ocurrencia de esta enfermedad, ya que sus daños son irreversibles.

Así lo afirma Guillermina Méndez Muñoz, oftalmóloga – microcirujana del Instituto Espaillat Cabral, Centro Oftalmológico Especializado, quien resalta que personas con antecedentes familiares de glaucoma, antecedentes de trauma o inflamación ocular, miopía, hipertensión arterial, diabetes, raza negra, y las personas que sobrepasan los 50 años, son pacientes que pueden predisponer la ocurrencia de la enfermedad.



“Más de un 40% de los pacientes, cuando llega a nuestro consultorio, no saben que padecen glaucoma”, resalta la especialista en Glaucoma Congénito y del Adulto, y de inmediato añade: “por eso es importante que los pacientes predispuestos con alguno de los factores mencionados se haga por lo menos un examen anual, sobre todo si pasan de los 35 a 40 años, porque es una enfermedad que no tiene síntomas ni provoca dolor”.

El glaucoma es la segunda causa de ceguera en la República Dominicana, por lo que la especialista resalta la importancia de que la población tome en cuenta la sugerencia del chequeo con el especialista, ya que esta enfermedad no toma en cuenta clases sociales, pero lo peor es que, toda visión que se haya perdido hasta el momento en que se logre diagnosticar la enfermedad, ya no se puede recuperar.

La pérdida del campo visual no puede recuperarse ni con medicamentos ni con cirugía, según explicó Méndez: “Porque se dañan las fibras del nervio óptico y se pierden, entonces, el tratamiento, ya sea de cirugía o con gotas, realmente es para preservar lo que queda. Mientras más a tiempo se detecte, pues menos daño del campo visual, y por ende, de visión”, indicó.

De acuerdo con la especialista, los tratamientos a llevar a cabo con el glaucoma pueden darse a través de medicamentos, de cirugía, o con una combinación de ambas, pero esto siempre para resguardar la visión que queda, no para curar la enfermedad.

“Hay diferentes tipos de láser, pero el que se elija dependerá de cada paciente, de cada tipo de glaucoma que padezca. El fin del uso del láser con esta enfermedad es controlar la presión intraocular, es como un coadyuvante a la terapia de las gotas, para evitar que progrese la enfermedad”, explicó Méndez.

El tiempo de recuperación de una microcirugía es diferente en cada individuo, pero según explicó la especialista, luego de esta existe la posibilidad de mantenerle la presión intraocular baja al paciente de por vida.

“Pero hay otros que tu le haces cirugía, le das el láser y le das los medicamentos y aún así sigue progresando la enfermedad”, indicó la doctora, y resalto que hay pacientes que pueden hacer progresiones del glaucoma en cortos intervalos de tiempo: “Puedes tener momentos con aumentos abruptos de la presión ocular, repentino, y puedes perder la visión hasta en cinco días, o en horas”. En estos casos lo importante es, de acuerdo con la especialista en glaucoma, actuar de manera rápida.

Para diagnosticar el glaucoma se realiza un examen oftalmológico, en el que el médico toma la presión ocular, revisa el aspecto que tiene el nervio óptico, y si es necesario, realiza un estudio de campo visual (mejor conocida como perimetría computarizada) para determinar si existe daño en la visión periférica.


¿Qué es el Glaucoma?

Es una enfermedad ocular producida por el aumento de la presión que normalmente tienen los ojos. Por lo general, el daño al nervio óptico sucede de forma lenta, progresiva y sin ocasionar dolor al paciente, por lo que la alteración que se produce en la visión se va instaurando sin que la persona se dé cuenta, siendo esta la principal razón por la que se le llame “el ladrón silencioso de la visión”.

El tratamiento a seguir dependerá del nivel de avance de la enfermedad. Si el daño visual no es muy importante, el oftalmólogo usará medicamentos en gotas para tratar de reducir la presión ocular, mientras que en casos que se encuentren más avanzados, se puede combinar este tratamiento con la aplicación de rayos láser, o en última instancia, optar por la cirugía.