Tener entre 18 y 29 años es sinónimo de plena juventud, pero en términos laborales representa un periodo en el que muchos jóvenes se enfrentan a la problemática de carecer de un empleo.
El 36% de las personas en esa edad (de un universo superior a 52 mil personas) confirmaron que el desempleo es la situación que más les preocupa, por encima de las adicciones u otros conflictos sociales y de seguridad en el país, según la Encuesta Nacional de Discriminación 2010, a cargo del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y del Área de Investigación Aplicada del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, .
Aun cuando carecer de trabajo es preocupante, hay otra situación que genera gran estrés: desempeñarse en un empleo de mala calidad. «Esto puede causar mayor depresión», señala una investigación sobre la relación entre salud mental y las condiciones de trabajo, realizada por el Centro de Investigación de Salud Mental de la Universidad Nacional de Australia.
Los resultados del análisis -que incluyó entrevistas con más de 7 mil personas- refieren que, por regla general, estar desempleado es peor para la salud mental. Sin embargo, en el estudio también se comparó a quienes no laboran con aquellos que están en un puesto sin prestaciones laborales o donde carecen de incentivos, en estas circunstancias, las supuestas ventajas de tener empleo desaparecen.
El desempleo puede generar un ciclo que incluye varias fases: se empieza por depresión, después hay pérdida de control personal y finalmente se empeora el estado de salud, sugiere un informe de la Universidad de Michigan, publicado por la American Psychological Association.
Para Eugenia Franco, psicóloga industrial adscrita a la UNAM, trabajar en un proyecto en el que la persona se siente ‘sin respaldo’ también genera cambios en la productividad. Aunque el colaborador cumple con sus objetivos, llega a ser incapaz de comprometerse al 100%, porque sabe que la firma no dará un apoyo a cambio para mejorar su situación.
«El empleado vive sentimientos muy diversos, desde ansiedad y alteración ante una petición de sus jefes, hasta desesperanza, problemas para levantarse e ir al trabajo, deslealtad y surge en él o ella una necesidad constante de ver más ofertas. Si no encuentra rápido un lugar a dónde moverse, la persona podría empezar a experimentar miedo e, incluso, creer que no es buena para estar en una oficina donde reciba más reconocimiento y apoyos», advierte la psicóloga.
El estudio de la Universidad de Australia, publicado en la revista Occupational and Environmental Medicine, sugiere que los puestos laborales de mala calidad se asocian con una fuerte inseguridad laboral, y un desequilibrio entre la remuneración frente al esfuerzo que da el profesionista. Además, la salud mental de los empleados, en ese tipo de proyectos, se deterioraba más rápido al paso del tiempo.
Existen, en opinión de Franco, varios escenarios que propician una baja en la productividad del empleado. Entre éstos, menciona la tendencia de las empresas a pedir que sus trabajadores laboren fines de semana (cuando no les corresponde); limitar permisos en situaciones delicadas; prometer recompensas por sacar un proyecto y que éstas no se cumplan y negar prestaciones (como sistema de salud) aunque la organización esté obligada a darlas.
Fuente:PanoramaDiario