Tras 50 años de caída la dictadura, hemos de pasar balance y quizás nos sea fatídico arrojar un saldo negativo. Si triste es para un país vivir 31 años de la más férrea dictadura, más triste aun es escuchar a sus supervivientes añorarla. Pobre libertad, solo se le puede apreciar en su justa dimensión, cuando quienes la viven han conocido y padecido las privaciones y vejaciones propias de las tiranías y, ya un célebre personaje de nuestra historia había decretado la de Trujillo ´´Como una tiranía sin ejemplo.
Nos infunde el más tórrido estupor ver en la crónica diaria como decenas de dominicanos son víctimas de la violencia urbana: La delincuencia haciendo de las suyas bajo el deletéreo manto de un cielo indiferente y sobre el asfalto donde la sangre de los caídos queda a la vista de todos. Nos sentimos desprotegidos, así, ante esta indefensión clamamos por la vuelta del tirano, más bien nos valdría recordar una frase: Quienes a cambio de seguridad, entregan su libertad, no merecen ninguna de las dos.
No es conveniente mirar atrás, no por temor a convertirnos en estatuas de sal, sino por la potencial realidad de volver a quedar atrapados. No nos hace falta Trujillo, nos hace falta educación, decoro, sensatez… nos hace falta Dignidad para sentirnos a la altura de vivir en libertad. Atrás dejemos los cantos de sirena de quienes prometiéndonos seguridad son incapaces de garantizarnos la más mínima cuota de libertad, pues el nombre enarbolado por tan sórdidas voces en su sola resonancia evoca en la memoria de muchos una lóbrega noche, cual comenzó atisbar el alba en la madrugada del 30 de mayo de 1961.
Esta democracia sin dudas tiene sus grietas y fisuras, muchas veces hasta se viste de cínica, será coja e incluso gaga, pero allí donde la dictadura sofoca la consciencia del individuo, esta pantomima de republicanismo aporta una esperanza, la esperanza de caminar de forma recta y hablar con la frente en alto, toda una visión de futuro a realizar en lo inmediato. No hace falta Trujillo, nos hace falta creernos un pueblo digno de merecer vivir en libertad.
Hasta un próximo 30 de mayo!
Por : Aneudys Santos