La modernidad es muchas veces enemiga de la conservación.
Nuestros estilos de vida en el siglo XXI ejercen una presión cada vez mayor sobre hábitats naturales, pero algunas invenciones modernas también pueden ser la clave para salvar especies de la extinción.
Científicos del Zoológico de Londres, Reino Unido, acaban de anunciar el lanzamiento de una aplicación para celulares inteligentes, mediante la cual los usuarios pueden monitorear especies locales de murciélagos.
La nueva aplicación es un ejemplo del uso creciente de telefonía movil, internet y redes sociales para estudiar hábitats naturales.
Un aspecto clave de este movimiento es que busca lograr la participación masiva de entusiastas, convertidos así en recolectores de datos y trabajadores de campo.
¿Pero pueden los naturalistas aficionados y la información que obtienen contribuir realmente a salvar la vida silvestre?
Murciélagos
La «ciencia ciudadana» no es un fenómeno moderno. Por más de un siglo, voluntarios apasionados han venido colaborando en el registro de datos sobre la naturaleza.
Este tipo de trabajo de campo era tradicionalmente supervisado por científicos y los voluntarios eran familiares, integrantes de sociedades de conservación o residentes de las áreas estudiadas.
Sin embargo, la internet ha permitido que este tipo de proyectos capte la atención del público como nunca antes.
La nueva aplicación de monitoreo de murciélagos, iBat, por ejemplo, fue desarrollada para un programa global que abarca al menos 16 países.
iBat fue creada por un equipo internacional de expertos, que incluye a científicos del Zoológico de Londres y de la Fundación de Conservación de Murciélagos británica.
La aplicación les permite a los voluntarios detectar y grabar más de 900 especies de murciélagos, con la ayuda de un micrófono ultrasónico.
Los sonidos se suben luego a un sitio que identifica cada especie, permitiendo crear un mapa detallado de poblaciones, algo crucial para esfuerzos de conservación en el futuro.
Calendario virtual
La BBC también ha innovado en este campo a través de la participación masiva de televidentes en internet.
Los programas Springwatch y Autumnwatch, con más de 2,5 millones de seguidores, monitorean la vida silvestre durante la primavera y el otoño en el Reino Unido.
Uno de los estudios que promueven es el llamado «Calendario de la Naturaleza», junto con el Woodland Trust, una fundación dedicada a la preservación de bosques.
El calendario cuenta con la participación de más de 50.000 personas, que contribuyen datos como el primer florecimiento de jacintos silvestre (Hyacinthoides non-scripta) en primavera o los primeros colores del otoño.
Se trata del mayor estudio con participación ciudadana en el Reino Unido y puede ayudar a monitorear el impacto local del cambio climático.
Del cuco a las lechuzas
En 2009, Springwatch les pidió a los televidentes que ayudaran a documentar el declive de un ave denominada cuco común (Cuculus canorus). Cerca de 12.000 personas respondieron al llamado del programa con información sobre avistamientos del ave.
La Fundación Británica de Ornitología (BTO por sus siglas en inglés) ayudó a procesar las respuestas de la audiencia, que fueron utilizadas para crear un mapa de distribución de la especie.
Pero este tipo de estudios con participación masiva también tienen sus problemas.
Los participantes pueden interpreter la información con criterios muy diferentes. El mapa de cucos, por ejemplo, no cumplió con los requisitos estrictos de un verdadero estudio científico, asegura Graham Appleton, director de comunicaciones del BTO.
«Lamentablemente no pudimos agregar el mapa a nuestra base de datos porque no pudimos verficar la exactitud de cada registro», le dijo Appleton a la BBC.
En sus propios estudios, el BTO usa un equipo de voluntarios entrenados, que verifican cualquier dato considerado vago o sorprendente.
Pero algunas de las dificultades están siendo superadas.
El BTO y la BBC lanzaron otro llamado para un estudio sobre una especie de lechuzas.
«Aprendimos la lección del estudio anterior. Esta vez utilizamos un software que permitió determinar el lugar exacto de la observación y también recogimos información sobre la identidad de cada participante», explica Appleton.
Los datos pudieron esta vez ser incorporados al Atlas de Aves del Reino Unido.
Colecciones virtuales
Los datos recogidos por el público sobre los movimientos o localización de una especie pueden ser muy útiles para los científicos.
En Kenia, el Proyecto Mara invita a los turistas a aportar información sobre leones en algunas reservas.
El sitio del proyecto permite a los turistas identificar las especies que han logrado fotografiar.
Otra iniciativa denominada Proyecto Noah es un estudio global sobre vida silvestre que utiliza internet y aplicaciones de telefonía móvil.
El proyecto fue lanzado el año pasado, con el objetivo de ayudar a reconectar a las personas con la naturaleza.
«Hemos ayudado a muchos entusiastas a aprender sobre organismos que no conocían y hemos logrado crear conciencia sobre investigaciones importantes», asegura Yasser Ansari, fundador de la iniciativa.
«Tenemos participantes de 192 países y recibimos fotos de voluntarios en los siete continentes».
El proyecto también estimula la ciencia ciudadana, creando vínculos con otras iniciativas como el Estudio Internacional sobre Arañas y la Red Global de Monitoreo de Arrecifes de Coral.
Los participantes envían fotos con registros exactos de tiempo y lugar.
¿Avance científico?
Sin embargo, aún no se sabe si este esfuerzo comunitario en internet realmente contribuirá al avance científico, según Ansari.
«Lanzamos nuestra plataforma hace sólo algunos meses, la respuesta ha sido fenomenal. Creo que puede haber descubrimientos importantes, pero sólo el tiempo lo dirá”.
Pero la ciencia ciudadana ya ha hecho algunos descubrimientos.
En el Reino Unido, iSpot, una iniciativa de la Open University, es una red social que ayuda a aficionados a identificar lo que ven en el mundo natural poniéndolos en contacto directo con expertos.
La red no fue diseñada específicamente para producer resultados científicos, pero el proyecto ya ha permitido indentificar dos especies no registradas hasta ahora en el país: una mosca (Systoechus ctenopterus) y una especie de polilla (Pryeria sinica).
Por otra parte, iniciativas como el Proyecto Noah pueden servir para inspirar a una nueva generación de científicos, según Yasser Ansari.
«Debemos pensar en nuestros esfuerzos como una forma de entrenar aficionados a ser mejores observadores de la naturaleza. Todos los científicos empiezan siendo aficionados».