El dominicano, a pesar de su desgana por efectuar trabajos pesados, quisiera tener acceso a vacantes de trabajo, que ya no llevan ese nombre porque los indocumentados las llenan antes de dar inicio al trabajo deseado. Esta situación vigente en un tiempo horrible del país, donde se ignora qué pasará con la vida de los nacionales y sus familias, sin oportunidades de trabajo, sumando las medidas impositivas que no podrán solventar.



Es una realidad la cantidad de extranjeros de diversas nacionalidades que llegan a nuestro país como intelectuales, escritores, médicos, cirujanos plásticos, ingenieros, arquitectos, diseñadores, comerciantes, abogados; profesionales que laboran en esta nación a quienes no se les exige ningún documento para ejercer la materia que exponen ejerciéndola sin trabas. Laboran sin pagar impuestos; nombrados desde el Gobierno, y en empresas privadas, quitándoles oportunidades a los profesionales tradicionales, como a jóvenes egresados universitarios, que destrozan sus sueños, porque después de graduarse y hacer su pasantía, no encuentran qué hacer; todos los trabajos de las carreras estudiadas están ocupados por extranjeros.

¿Dónde está el derecho innato que sustenta la nacionalidad dominicana? Donde no pueden existir privilegios extranjeros sobre los nacionales.



Situación que debe ser resuelta por el Estado, porque existe la siguiente ley: “Buscan garantizar en RD derechos de extranjeros” donde la Suprema Corte de Justicia declara: “Los trabajadores extranjeros sin importar su condición migratoria, gozan de los derechos laborales establecidos en las normas y están exentos de la exigencia de la fianza Judicatum Solvi, en materia laboral, la cual es contraria a los principios VI y VII del Código de Trabajo, que prohíbe la discriminación en base a la nacionalidad”.

La profusión de extranjeros laborando en nuestra nación es vergonzosa, no por quienes la eligen para trabajar en ella, sino porque se ha desconocido la obligada protección que requiere el dominicano, confiando en los extranjeros prioritariamente, en cualquier trabajo nacional.

La Secretaría de Cultura está llena de extranjeros; imágenes dolorosas logradas en todas las dependencias e instituciones que requieren trabajadores en cualquier materia; inundadas de profesionales que llegan a nuestra nación empleándose inmediatamente; mientras el Gobierno ignora el sufrimiento de quienes viven la inconsciencia del olvido que los hunden en la pobreza.

El Estado dominicano tiene que definir su posición, respecto a las leyes migratorias en contraposición con esta y de las que hablé en mi reflexión anterior; no obstante, tuve que insistir en esta ley absurda, por sus distintas vertientes que hieren al pueblo dominicano, dadas las circunstancias donde se queda el país con alto porcentaje de desempleados.

Me hice una pregunta relacionada a la situación denigrante de nuestros profesionales:

¿A cuál país puede llegar un profesional dominicano o de cualquier nación, sin título, ni exequátur, ni nada, logrando enseguida el trabajo anhelado?

¿Saben a cuál? A República Dominicana. Este es el país de Dios, donde se prefiere al extranjero, quitándole la comida de la boca al oriundo de esta tierra, que se destroza, porque el Fondo Monetario prácticamente rige nuestra economía, ordenando impuestos impagables, mientras el extranjero está exento de todo; como si el dominicano fuera un imbécil que no sirve para nada, recurriendo al hombre foráneo y al ilegal, y se lo callan. Además, existen diversos modos de resolver esas exigencias inhumanas pero necesarias; aunque sean impopulares para el sector de poder, a través de una reducción de la nómina gubernamental y del gasto generalizado, sin tener que sacrificar a toda una nación desesperada. Es duro, pero con sueldos hasta de dos millones de pesos mensuales, se les mata el hambre a muchísimos dominicanos en completa pobreza.

Fuente:ListinDiario