Pésele a quien le pese, duélale a quien le duela y caiga quien caiga, la corrupción, la institucionalidad, la transparencia, el despilfarro, el clientelismo y la rendición de cuentas tienen que ser tema de la actual campaña electoral.
No solo la sociedad civil y los independientes debemos pedir debate sobre esta temática a la clase política, sino también las bases de las organizaciones que tercian en el actual torneo.
La tolerancia llegó a su límite. Unos y otros debemos provocar la confrontación entre los candidatos presidenciales y debatir públicamente los temas que le interesan a la población escuchar.
La sociedad no puede seguir impotente, soportando ver en los puestos públicos cada cuatro años, el relevo de un corrupto por otro.
A esta carrera de caballos desbocados hay que ponerle un tente ahí, porque no es verdad que la nación debe seguir dándose el lujo de tener tantos perversos como modelos.
Como dijo recientemente el doctor Emmanuel Esquea Guerrero, “la República tiene mejor valoración de un rico corrupto que de un pobre honesto”.
La nación necesita un saneamiento. Estamos observando que desde el gobierno se está apadrinando y premiando la delincuencia y la corrupción, por lo que, desde las alturas del poder es que debe empezar la profilaxis.
No es enganchando mas guardias y policía para el combate de la delincuencia en las calles, sino, dando el ejemplo, primero desde las esferas del poder político.
No es dando palos a ciegas ni tomando el rábano por las hojas como vamos a superar los problemas que nos abaten, sino dando golpes certeros a la corrupción administrativa.
Habría que estar en el pellejo de un militar para saber que se siente al cuidar la espalda y la familia de un funcionario público que es sindicado como corrupto.
¿Cuál es el ejemplo y el mensaje que se le está enviando a la sociedad?
Es desde el gobierno donde se debe predicar con el buen comportamiento.
Desde la base de la sociedad debemos motivar a los actores políticos para que elaboren programas y propuestas de gobierno a fin de erradicar y extirpar la corrupción y los males que corroen nuestra nación.
Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato, porque el gobierno no debe seguir siendo usado de botín, donde cualquier descerebrado y sin formación se mete a político para asaltarlo.
La sociedad dominicana hay que adecentarla de los chupópteros y políticos malandrines.
Los que militan y los que no, quieren escuchar de sus representantes hablar honestidad, de respeto a las leyes y del servicio al país, porque la nación no puede seguir siendo un pedazo de isla rodeado de corrupción por todas partes.
Por: Nélsido Herasme