Los dominicanos nos caracterizamos por ser un pueblo alegre. Y que a toda situación de la vida cotidiana le buscamos el lado jocoso. Hacemos de las cosas más serias una chercha. Si alguien se cae, aunque sea su MADRE o su HIJO, lo primero que atinamos es a reírnos aunque posteriormente demos la ayuda de lugar. Si estamos en un velorio y a uno de los dolientes le da un ataque de histeria, nos burlamos sin siquiera pensar que esa persona puede ser quizás uno de los suyos. Si un hombre golpea a una mujer –acto horrible–, lo primero que hacemos es reírnos y luego decir ´´Le dio que pataleó´´.
Esto es solo por mencionar alguna de las circunstancias en las cuales los dominicanos dejamos aflorar nuestro humor negro. De igual manera chabacana manejamos nuestras vidas y pensamos que la vida es un relajo. Por eso no ha de sorprender que también tomamos el asunto de la política, los políticos y la elección de nuestro Presidente como una fiesta nacional con mucha pasión y algarabía pero sin ningún criterio ni responsabilidad, y por eso los políticos, a sabiendas de nuestra idiosincrasia, nos manejan con slogans y frases del tipo ´´´LLEGO PAPA´´ ´´LLEGO MAMA´´ y toda una gran gama de populismos sin ningún tipo de contenido ni de inventiva.
Es hora de que el pueblo dominicano ponga freno y exijamos a los aspirantes presidenciales una nueva propuesta y dejemos de asumir irresponsablemente la política, haciéndonos víctimas del clientelismo –entre otros vicios–.
Nuestras vidas y las vidas de nuestras familias dependen de que elijamos un presidente que represente todos los segmentos de la población y nos enrumbe por el camino del crecimiento y desarrollo y no un comediante elegido por la frase que mas suene dentro del argot popular. Porque elegir un presidente es un asunto serio.