Santo Domingo. Para nadie es un secreto que el presidente Leonel Fernandez, esté usted de acuerdo o no con él, ha sido el heredero o discípulo más y mejor aventajado de los últimos tres caudillos; Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch.
Esto no es de parte nuestra los o piropos hacia él, ni mucho menos, sino el motivo principal por lo que él debe verse compelido hacer un buen papel como presidente de la República, sobre todo en estos últimos días o meses que le quedan como la primera figura del Estado dominicano.
Con este artículo, lo único que pretendemos es darle a saber al presidente Fernandez la decepción que tiene una gran parte de la sociedad, incluyendo muchos que votaron y han votado por él las veces que ha aspirado a la primera posición, por la corrupción y accionar de muchos de sus colaboradores.
Hay muchos funcionarios serios, capaces, de buen trato, de intachable conducta, pero también hay los que no son serios, que son corruptos, maliciosos, oportunistas, arrogantes, prepotentes, negociantes, etc., etc., etc.
El presidente tiene que hacer una especie de profilaxis y mirar a su alrededor, y ver quién o quiénes le han hecho el mal a su gobierno, para así tomar medidas al respeto y pueda salir por la puerta grande y para que la sociedad misma vea su intención en el sentido de querer hacer las cosas bien al final de su mandato.
Si llega hasta el final con quienes hoy le dan una mala imagen al Gobierno, no sólo la sociedad lo toma en cuenta para un posible retorno suyo en el 2016, sino que es una etiqueta que se queda en su figura como tal y se lo sacarán en cara en un futuro venidero. Recordando que lo bueno no es como comienza, sino como termina.
Leonel tiene todas las posibilidades de salir por la puerta grande, si así lo quiere, pero tiene que recordar que hay un pueblo al asecho del accionar de sus hombre y mujeres que hoy manejan el erario, y la cosa pública, por lo que el más ínfimo movimiento o mal manejo lo guardan y hasta graban en su mente para una próxima.
La corrupción es un mal que hasta ahora nadie ha podido controlarla, mucho menos erradicarla, pero si hay voluntad y deseo, algo se hace respecto a ella, y los mandatarios nuestros no se pueden dar el lujo de salir de un mandato sin por lo menos hacer un escarmiento a aquellos que han recurrido a ella.
Un presidente es la persona más y mejor enterada de un país, y sabe cuáles son esos que en verdad le han tirado un jabón al sancocho de la seriedad, por lo que en muchos casos ya hay sectores que han caracterizado a los que hoy nos gobiernan.
Me despido reiterándole, Señor presidente, que usted está muy a tiempo para salir por la puerta grande del Palacio Nacional-Presidencial y hasta del propio electorado, haciendo un complemento con las visitas a los barrios populares y combatiendo la corrupción, dejando entre todos la confianza y carisma que el propio electorado lo ha respaldado.
Por Robinson Gálvez Lay Twitter: @rogalay Facebook: Robinson Gálvez Lay