Bajó pues y se sumergió en el Jordán siete veces tal como le había dicho el hombre de Dios. 2 Reyes 5:1
Los que no tienen a Dios su esperanza está en lo que tienen y manejan, porque Dios no cuenta; su vida se basa en lo que saben y no dependen de nadie, solo de ellos mismos, llegándose a creer que sus habilidades son más que suficiente.
Llegándose a considerar perfectos, por eso, su orgullo es tan grande que no quieren doblegarse ante nada ni aun cuando saben que su única alternativa es Dios, prefieren seguir igual.
Esto le pasó a Namaan, un jefe del ejercito del Rey Aram, estaba lleno de orgullo y vanagloria porque era una persona reconocida por su valentía en la guerra, pero un día cayó con lepra y no había nada que lo sanara, solo la intervención divina.
Y cuando el profeta Eliseo le dijo que se sumergiera 7 veces en el Jordán, se negaba hacerlo, porque no quería quebrantarse; pero el hombre de Dios sabía que de esta manera sería la única forma de que él se humillara y reconociera que necesitaba de Dios y no de sus méritos en la guerra.
No dejemos que el orgullo no nos permita humillarnos delante de Dios, cuando sabemos que Él es el único que puede ayudarnos en esos momentos de dolor, desesperación, crisis, enfermedad, muerte que nos acontecen inesperadamente.
Por la pastora Montserrat Bogaert