Despertó con la determinación de que ese sería el primer día del resto de la vida, saco del closet los tenis que había decretado serian sus cómplices para sacar de su vida aquellas libras de más, miró con vergüenza el libro que tenía ya, algunas noches postrado en su mesa de noche. No fue menos el remordimiento cuando notó la cantidad de ropa fuera de moda, pero sobre todo que ya no iban con su size, aquellas prendas de vestir que había dejado para cuando-algún día- volviera a su peso.
Era una batalla de sentimientos, eran hábitos a los que había estado atada el tiempo suficiente para que la definieran, no era un juego que podía detener y volver a empezar cuando tenga el tiempo o el deseo, estaba en frente de los primeros minutos del día que declaro como “el primero del resto de su vida”.
No le habló al lado derecho de su cama, no le pidió consejos a la almohada que ocupaba ese espacio, pero tampoco a la que estaba debajo de su cabeza, simplemente se levantó, busco una bolsa plástica y empezó a vaciar su closet, mientras más ropa entraba, mas grande era su alegría, se sentía con una carga menos, había empezado por lo más difícil –darle a su vida algo de realidad-.
No sé en que pararon sus siguientes horas, pero al menos ya tiene a la vista los tenis y ya lleva leídas sus primeras líneas.