Muchos turistas que han elegido la costa de la Toscana (Italia) para descansar en sus vacaciones, se han decantado por la isla de Giglio para poder ver con sus propios ojos los restos del Costa Concordia, el buque de Costa Cruceros que encalló en el mes de enero y en cuyo accidente fallecieron 32 personas.



Aunque una hilera de boyas impide el acceso de los bañistas a los restos del navío, los turistas pueden nadar pegados a la cubierta del barco y pueden distinguir perfectamente los camarotes o la chimenea del barco.

Una curiosa atracción que llama la atención de las personas que disfrutan de la playa pero que no hace olvidar que en ese barco hundido que ahora «decora» la costa italiana murieron muchas personas víctimas de la imprudencia de un capitán que continúa en prisión desde dónde está pensando escribir sus memorias.



Fuente: larazon.es