Muchas veces culpamos a quienes nos dirigen de todas las desgracias que suceden, mientras nos sumergimos en la indiferencia y la dejadez ante aquellos problemas que nos son comunes a todos. El país enfrenta innumerables retos, los cuales alimentados por años de irresponsabilidad y olvido han provocado que vivamos al borde de un desbordamiento social, que podría llegar a tener magnitudes inconmensurables.
La falta de fe en el futuro económico, una educación moral y cívica deficiente en el hogar, y la impunidad que cobija todos los actos reñidos con la ley y las buenas costumbres, cometidos por personas de la extracción más humilde a los mayores potentados, es lo que ha convertido nuestro país en tierra de nadie, donde ya la vida no vale nada y las prendas morales se han convertido en un sambenito de la vergüenza, ante la prisa de ostentación del consumo desproporcionado.
Las sociedades tienen los políticos que se merecen, ya que estos actúan de acuerdo al entorno en que se mueven, y en una sociedad de moral relajada como la nuestra, lo que predomina es la escoria política, llenando éstos los espacios, de las pocas personas decentes que aún se arriesgan a tener cargos de dirección en los partidos.
De ahí viene la interrogante de que si vale la pena participar en la política, viendo el estado de putrefacción que rodea sus cuerpos sociales, que vienen siendo los partidos, expresión fiel de verdaderas gavillas, depredadoras del erario público. Y yo entiendo que hoy más que nunca es necesario participar en política, y hacerlo en el partido que usted se sienta cómodo, pero recordando que participar en política no es que a usted lo arreen como ganado en una caravana, que lo inscriban en un comité de base que nunca se reúne, y que cuando lo hace es para seguir directrices superiores o discutir prebendas a costillas del erario público.
La participación debe de ser cuestionando el estado actual de cosas, no justificando que esto no lo arregla nadie, pidiendo explicaciones, números fríos, proponiendo ideas de solución, asegurándose de que esas ideas se van a discutir e implementar de una forma democrática, haciendo contrastes en lo que usted considere su partido o el contrario lo hace bien o mal, evitando que las mismas gentes siempre estén anquilosadas en los cargos de dirección, combatiendo el nepotismo, etc.
Es tiempo de cuestionar, de que se está haciendo con el endeudamiento externo y como lo pagaremos nosotros y nuestros descendientes, que de qué forma se invierte el dinero que nos dan a cambio por la venta de nuestros recursos naturales no renovables, playas, ríos, empresas públicas, porque hasta ahora les hemos firmado un cheque en blanco a todos nuestros políticos y nunca presentan cuentas claras de lo que hacen de su paso por el poder.
Si no pasamos a ese tipo de participación política, pasara de forma efectiva el preludio de Duarte, de que la isla se hundirá aún más en la anarquía y la desesperanza.
Por Jackson Pichardo