LONDRES. Los Juegos Olímpicos que se inauguran el 27 de julio no son un negocio para todo el mundo: las prostitutas se quejan de la multiplicación de redadas policiales destinadas a «limpiar» el este olímpico de Londres.

Según un estudio efectuado por un consejero municipal, al menos 10 burdeles fueron cerrados por la policía en el barrio de Newham, que alberga gran parte del parque olímpico, desde septiembre de 2010.



«En los dos últimos años hemos visto un incremento real de la actividad policial respecto a las trabajadoras del sexo en los barrios olímpicos», dijo a la AFP Georgina Perry, que dirige un proyecto respaldado por el gobierno de ayuda a las prostitutas del este de Londres.

«Algunas han experimentado tantos cierres de burdeles que ahora trabajan en la calle, que es mucho menos segura», agregó.



«Y las que trabajan en la calle son instadas por la policía a abandonar el lugar. No las quieren durante los Juegos Olímpicos», señaló.

La prostitución no es ilegal en el Reino Unido, aunque los burdeles, la captación de clientes y la recogida de prostitutas en la calle están prohibidas.

La policía niega haber multiplicado las redadas antes de los Juegos Olímpicos, y subraya que los controles y cierres responden a las «preocupaciones de las comunidades locales».

Pero el alcalde de Londres, Boris Johnson, explica en su página de internet: «estamos decididos a reprimir la prostitución y las redes de tráfico de mujeres al acercarse los Juegos de Londres».

Las asociaciones que se ocupan de las prostitutas, que en muchos casos proceden de los países de Europa del Este o de Brasil, hablan de numerosas detenciones por captación de clientes o posesión de estupefacientes.

Para Georgina Perry, la represión pone en peligro a las prostitutas al empujarlas a zonas no familiares y alejarlas de sus calles habituales, donde están también las asociaciones más activas.

«Ya están estigmatizadas y ya son vulnerables», señala Georgina Perry, quien considera que la represión «las aleja de las asociaciones que las respaldan».

Todo el mundo no reprueba la represión. En Brick Lane, considerado el corazón de la comunidad bangladesí, a unos 7 km del parque olímpico, Lily Islam, una joven madre de tres hijos que lleva velo, milita desde hace tiempo por una mayor actuación policial.

«Esta zona es un paraíso para la drogas, la prostitución y todos los otros delitos imaginables», asegura

Lily Islam y sus amigas van a buscar a sus hijos al colegio por calles que, según dice, están llenas de preservativos usados.

«Creo que los Juegos han puesto de relieve el problema», dice.

Catherine Stevens, una prostituta del céntrico barrio del Soho prevé un verano difícil para la profesión debido a los Juegos. «Es un acontecimiento familiar, no es como si todos los visitantes fueran hombres solteros», señala.

«No veremos a nuestra clientela habitual, porque va a ser difícil circular en Londres. La mayoría de la gente que conozco planea tomarse unas semanas de vacaciones», agrega con resignación en una entrevista con la AFP.

«Va a ser una pesadilla, y creo que todas perderemos mucho dinero», estima esta prostituta que trabaja en un hotel desde hace más de 10 años.