Casos como el de Juan y Andrea ocurren con frecuencia entre las parejas y para muchos es la sentencia de muerte de la relación. Pero a pesar de ser un episodio doloroso y mal visto por la sociedad, algunos expertos señalan que puede ser una oportunidad para revaluar y reconstruir el matrimonio. Eso fue lo que lograron Juan y Andrea luego de pasar por ese trance que llegó a desestabilizar a sus hijos. «Aunque fue una etapa muy difícil, logramos establecer un diálogo amigable. Reflexionamos por qué pasó lo que pasó y no quisimos tirar por la borda nuestro matrimonio ni hacer infelices a nuestros hijos», dice Juan.
Aunque parece contradictorio que una infidelidad sea buena para la relación, la experta Mira Kirshenbaum, que lleva 30 años trabajando en terapias de pareja y es directora del Chestnut Hill Institute, en Boston, Estados Unidos, señala que puede ser terapéutica para una pareja y, contrario a lo que la mayoría piensa, unirla más. En su libro When Good People Have Affairs: Inside the Hearts & Minds of People in Two Relationships, Kirshenbaum defiende la idea de que la infidelidad puede ser un error pero también una revelación de que algo anda mal y debe cambiar. El adulterio puede «sacar de la inercia a una relación y hacerle caer en cuenta de los vacíos en ella», afirma la autora. En ese sentido es como la fiebre, un síntoma «pero no una enfermedad», dijo a SEMANA José Manuel González, psicólogo y sexólogo. O como la luz amarilla del semáforo que alerta sobre un problema.
La infidelidad no ocurre por accidente. Sucede cuando hay un vacío que la otra persona no llena y esa necesidad los hace vulnerables a involucrarse con un tercero. «Es un problema de fondo que da muestras de dificultades en la afectividad, comunicación e intimidad», dijo a SEMANA Silvia Lema, psicóloga de pareja. Pero también hay razones biológicas. Según la antropóloga Helen Fisher, autora del libro Why We Love, la manera como está diseñado el cerebro humano contribuye a que las personas sean infieles, pues hay sistemas neurales independientes que funcionan por separado cuando hay deseo sexual o enamoramiento. «Cualquiera puede estar enamorado de su pareja, pero al mismo tiempo desear sexualmente a otros«, señala la autora.
Pero hay quienes lo hacen simplemente por salir de la rutina o probar algo nuevo y excitante. Según Loren Ekroth, especialista en comunicación humana, para muchos ser infiel es «un recurso que ayuda a repararse cuando la persona se siente disconforme con su vínculo y no encuentra formas eficaces para resolver estas situaciones». Se mantiene en secreto por temor a perder la estabilidad familiar.
Pero además de los factores biológicos y psicológicos, existen otros que pueden causar infidelidad y no tienen que ver necesariamente con el matrimonio. Uno de ellos es el contexto en el que vive cada persona y su estatus social. Un estudio que incluyó una muestra de 4.000 personas, publicado en la revista Journal of Family Psychology, demostró que mientras más alto sea el nivel de ingresos o el cargo de una persona más probabilidades tiene de vivir una aventura.
Incluso las investigaciones señalan que quienes viven en ciudades más grandes son más propensos a caer en la tentación. Catherine Hakim, una polémica escritora británica señala en su nuevo libro The New Rules: Internet, Dating, Playfairs, and Erotic Power que internet también ha cambiado el panorama de las relaciones sociales y favorece la discreción en relaciones extramaritales por lo cual los casos de infidelidad han aumentado en el mundo. «Ahora hay muchos sitios de citas ‘online’ para hombres y mujeres casadas que buscan tener romances clandestinos», dijo la autora a SEMANA.
Varios estudios demuestran que hay altos índices de personas casadas que han vivido un affaire. El sitio web AshleyMadison.com, por ejemplo, señala que el 87 por ciento de sus usuarios nunca se divorció aun cuando tenía una relación paralela a través de esa página. El 81 por ciento de los miembros de este lugar tuvo al menos un amante durante su matrimonio. En una encuesta realizada a más de 1.000 personas se encontró que el 76 por ciento confesó que había tenido una aventura amorosa estando casado.
Pero los problemas surgen cuando el infiel es descubierto. Para algunos es muy difícil perdonar pero otros logran hacer borrón y cuenta nueva. Según Antonio González, psicólogo de pareja, la posibilidad de salvar un matrimonio después de una infidelidad depende del perfil psicológico de cada persona. «Los casos son tratables cuando no hay una patología de promiscuidad, sino una disfunción», dijo a SEMANA. Además, se requiere de mucha valentía y fortaleza para perdonar, recuperar la confianza y sanar la herida. «Aunque es un motivo de crisis, se le puede sacar provecho si se reevalúan las necesidades y expectativas de cada uno», le explicó a SEMANA Nancy Martínez, directora de la especialización en psicología clínica y autoeficacia personal de la Universidad del Bosque.
Barry McCarthy, psicólogo y sexólogo del Washington Psychological Center, afirma que después de una infidelidad puede mejorar la vida sexual de la pareja y que, aunque no es ideal, a veces se aprende de los errores. «No es fácil olvidar pero después de lo que sucedió Andrés ha cambiado para bien. Ahora es más atento y la relación mejoró en muchos sentidos», señala una mujer que perdonó a su marido infiel.
Pero para llegar allí se requiere trabajo y uno de los frentes más importantes es el perdón debido a que la mentira hiere el orgullo del afectado. Los expertos recomiendan la terapia de pareja porque una infidelidad no puede olvidarse de la noche a la mañana. De hecho, un estudio reciente realizado por el Instituto de Familia de la Universidad Northwestern, Estados Unidos, y publicado en enero de 2012 en el Journal of Marriage and Family, señala que las parejas que asisten a terapia por infidelidad tienen igual éxito que aquellas que lo hicieron por otro motivo. Como asegura A. González, «así como las personas le hacen mantenimiento a sus electrodomésticos, es importante hacerlo con las relaciones para revitalizarlas».
Andrew Christensen, un reconocido psicólogo de pareja de la Universidad de California, afirma que no cree que haya una «buena infidelidad. Sin embargo, es evidente que se salva más fácilmente cuando el romance extramatrimonial fue corto», dijo a esta revista. Como señala J.M. González, un affaire a corto plazo puede ser un respiro para una relación, pero a largo plazo puede asfixiarla. «Es como pedir prestada plata para una deuda. Mientras más cuotas se pacten, serán mayores los intereses», le explicó a SEMANA.COM
Los expertos insisten en la importancia de prevenir la infidelidad. Pero si llega a suceder, no hay que pensar que es el fin. Porque, como concluye Martínez, un affaire es como «un terremoto que destruyó mucho de lo que se había construido. Sin embargo, después de vivirlo puede ayudar a construir una nueva casa con bases mucho más resistentes».