Por razones socioculturales, estamos acostumbrados a que los hombres ganan más que las mujeres. Ellos son quienes, a lo largo de la historia, se han encargado de cumplir con la totalidad, o por lo menos con la mayoría, de las obligaciones financieras del hogar.
Sin embargo, en las últimas décadas el panorama cambió, y ya es más común que algunas mujeres ganen más que los hombres, tengan vidas profesionales exitosas y una mayor independencia. Es un hecho que las mujeres ya no se quedan en la casa, haciendo las tareas del hogar, sino que están buscando asumir desafíos en el campo laboral y en muchos casos, combinar sus tareas de madre con las de empleadas o empresarias.
Cuando la mujer gana más en el hogar, pueden presentarse dificultades en la relación de pareja. Los problemas pueden comenzar con un detonante diferente al relacionado con el dinero, pero con el tiempo sí se evidencia que algo está pasando en casa.
Aunque no es un hecho para generalizar, comúnmente el hombre empieza a mostrar comportamientos propios que demuestran inseguridad, frustración y depresión. Estos sentimientos se dan a partir de ideas o reglas que ya se tienen como que la persona que gana un mejor sueldo es porque es más inteligente y puede lograr mejores oportunidades. Todo esto es producto de la relación de equivalencia que se ha hecho entre sueldo-poder, sueldo-éxito, éxito-admiración.
Las consecuencias de esa situación pueden derivar en comportamientos agresivos, infidelidad o búsqueda de nuevos hobbies. Todo como una manera de darle equilibrio a esos sentimientos de bajo auto-concepto.
Superateatimismo.com nos dice que por otro lado, la mujer también puede mostrar cambios al estar mejor remunerada que su pareja, aunque vale aclara que obviamente esto depende de la dinámica que se dé en cada pareja, dice Zabala.
Algunas empiezan a sentir que aumenta el control en la toma de decisiones y por lo tanto, el valor de opinión de su pareja se reduce y que sus actividades se vuelven más importantes que las del otro. De esta manera, para llegar a una conciliación casi siempre termina involucrándose el factor dinero, dándosele a este, el papel de exclusividad para ganar la pelea.