El melanoma es el cáncer de piel más agresivo. Sin embargo, según datos de la Academia Europea de Dermatología y Venereología, cuando se detecta a tiempo, la supervivencia supera el noventa por ciento. Por ello, es fundamental estar atento a las señales. En este sentido, los especialistas recomiendan revisarse periódicamente los lunares.
La piel protege el cuerpo del calor, de la luz, de las infecciones y de las heridas. Su capa externa es la epidermis, que contiene tres tipos de células: queratinocitos, células basales y melanocitos. El carácter y agresividad del cáncer depende de en qué célula se origine. Los cánceres de piel más comunes son el carcinoma de células basales y el carcinoma espinocelular o epidermoide, que proviene de los queratinocitos. Ambos se denominan cánceres de la piel no-melanoma.
«Cuando el cáncer se origina en los melanocitos, se llama melanoma. No es tan común como los anteriores, pero es mucho más grave, sobre todo si se diagnostica en estadios avanzados», explica Julián Conejo-Mir, coordinador de Euromelanoma, jefe de Servicio del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla (Sur de España) y presidente de honor de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
«El melanoma se produce por la transformación maligna de los melanocitos de la piel y, en ocasiones, surge sobre nevos (lunares) previos», señala María José García Fernández de Villalta, jefa de Dermatología del Hospital Universitario Quirón de Madrid.
«En la aparición del melanoma intervienen factores genéticos y ambientales. Los factores ambientales, como la radiación ultravioleta, van produciendo daños en el material genético de la célula y dan lugar a mutaciones en el ADN celular. De este modo, puede producirse la transformación en una célula maligna», indica.
La especialista afirma que se debe tener en cuenta «el número de lunares y la atipia de estos» como factores de riesgo de cara al desarrollo de un melanoma. De esta manera, «la presencia de más de cincuenta lunares, de algún nevo displásico o de varios nevos atípicos se asocia con un riesgo aumentado de padecer melanoma», manifiesta.
Segun lo publicado en Diario Libre, la doctora García precisa que la aparición de lunares es normal en la infancia y menos frecuente entre los adultos. No obstante, recomienda consultar al dermatólogo sobre cualquier lesión cutánea que llame la atención por su reciente surgimiento, por el aumento de su tamaño, por un cambio en su forma, color o bordes o si presenta síntomas como picor o sangrado.
«Los melanomas pueden tener aspectos muy diferentes: color negro, marrón, rojo, rosa, gris; ser planos o tener volumen, etc. Pero son lesiones que cambian y aumentan de tamaño con el tiempo», subraya. Sin embargo, la dermatóloga advierte de que no existe una clave única para detectar un melanoma o para excluirlo.
Pero debemos realizar «una autoexploración de nuestra piel regularmente y consultar al dermatólogo sobre cualquier lesión nueva o que haya presentado cambios«, concluye