Confunde las calles con una gran discoteca por la cual se pasea presto a compartir con todos y toda su devoción por los más pavorosos estropicios a ser escuchados por oído alguno. Lleva más dinero invertido en bocinas que cualquier otro artilugio el carro de este espécimen, es casi siempre hombre lacónico en materia de cortejar féminas, sueña él que su rodante espectáculo es suficiente para hacer resbalar de las caderas los pantis sigilosos de las mismas al compás de su Dembow. Sueno, luego existo es el credo, la matriz por la cual se forja su identidad: es el macho dominicano versión 2.0 formateando tu cerebro a todo decibel. Es el Homo Sonoro, un delivery que lleva a las puertas de tus tímpanos la música de moda.
Gracias a las ingentes líricas de irrefutable espesor literario de las canciones mas tocadas en sus modernos radios sabemos que esto se baila con lo pie… o que hay que poner to’ eso palante, solo le faltaría a este entronado bicho del Partenón local, andar provisto de una retahíla de bailarinas que a golpe de cintura recalquen su presencia siempre y cuando unos cuantos pretendan ningunearle ignorando su desplace. Sera acaso que sus padres de niño no le escucharon ¿? Y de haber sido así, por qué hemos nosotros de pagar las consecuencias sufriendo las descargas de sus sónicos bombardeos ¿? El Homo Sonoro es tal vez el eslabón perdido lamentablemente encontrado y padecido por millones de desguarnecidos oídos dominicanos.
No lleva a Mozart o Beethoven entre sus sonatas y sin embargo es todo un clásico de la urbe capitalina. El Homo Sonoro no canta sin embargo su bullicio ambulante propicia que muchos le cantemos la madre y de tanto fantasmear ya no es ni la sombra de lo una vez pretendió ser. Su vida transcurre haciéndose eco de los ritmos de moda y, se ha ha tomado muy en serio aquello postulado por la reciente campaña publicitaria del ron aquel: ‘’no hay mezclas imposibles’’ Por ello pasa de una bachata a un Dance sin el menor rubor. Va y viene este ejemplar sobre su auto pimpeado y como a Ricardo Montaner, ondas se le hace así la vida, solo que, con un gusto musical que no todos soportan. /