Nada en el desarrollo de un bebé es inocente; todo puede afectar a su desarrollo físico y psíquico. Hasta un inofensivo chupete. Al debate sobre su conveniencia, que viene de lejos, se suma un reciente estudio norteamericano que concluye que el chupete puede dañar el desarrollo emocional del bebé.
Una investigación de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU) ha concluido que el uso frecuente del chupete puede alterar la capacidad del niño para ser emocionalmente maduro (el estudio se refiere a bebés varones).
La tesis de este trabajo, que se publica en Basic and Applied Social Psychology, es que el uso demasiado frecuente del chupete evita que los bebés experimenten y desarrollen su expresividad facial cuando son jóvenes.
El estudio, dirigido por Paula Niedenthal, parte de la idea ya conocida de que los seres humanos tendemos a imitar las acciones de los demás. Es proceso es aún más intenso en los primeros años de nuestro desarrollo. Ese aprendizaje imitativo incluye las expresiones faciales y el lenguaje corporal.
Esa conducta es especialmente importante en el bebé. El bebé no puede comunicarse con nosotros con palabras, aunque intente imitarlas; de modo que acude a nuestro tono de voz y sobre todo a nuestra gestualidad. Esa es la que imita.
El problema, argumentan los investigadores de Wisconsin, es que un bebé que tiene frecuentemente un chupete en la boca tiene limitada su capacidad para imitar nuestra gestualidad, y por lo tanto para comunicarse y aprender a comunicarse. De ese modo, es más difícil para ellos aprender a expresar sus propias emociones.
Argumentos, a favor y en contra
La discusión sobre el uso del chupete está viva desde hace tiempo en la comunidad médica. Antes de este estudio ya se acusaba al chupete de afectar a la futura formación dentaria o la aparición de llagas en las mucosas de la boca y el paladar.
Otro estudio de 2008 sugirió la relación entre el uso del chupete y la otitis, y otras investigaciones consideran que dejar al niño sin chupete puede fomentar la lactancia materna.
A su favor, en cambio, se argumenta que –dado que los bebés desarrollen el reflejo de succión desde dentro del vientre de la madre– el chupete es útil para que el bebé mantenga ese acto sin tener que hacerlo succionando su dedo pulgar. Así, además, se calma la ansiedad y otras molestias que pueden afectar al niño.
En cualquier caso, los resultados del estudio de la profesora Niedenthal abundan en algo ya observado en las personas que se han inyectado bótox en el rostro (inmovilizan en parte los músculos faciales). La consecuencia del bótox es que tienen una menor capacidad de expresar emociones gestualmente y por ello también tienen dificultad para reconocer esas emociones en los demás.
Fuente 20minutos.es