Nacemos biológicamente preparados para sentir dolor, pero también para disfrutar de situaciones placenteras en las que nos encontramos a gusto: las caricias de mamá, un masaje, el baño….



Pero realmente es a los tres meses cuando los bebés comienzan a experimentar sus primeras emociones. La alegría, la tristeza, la sorpresa, la ira, el enfado…

Un estudio pionero en España, publicado por abc.es, encargado y financiado por el Instituto del Bebé Nuk a un grupo de expertos, ha logrado captar el gesto y la expresión de la cara de esas primeras sensaciones en los primeros meses de vida.



Algo que ayudará a muchos padres a reconocer a primera vista lo que sienten sus recién nacidos. Los beneficios de hacerlo no tienen precio: contribuye al bienestar y a la salud del bebé y a construir la relación de los padres con el niño.

Sobre esas primeras emociones se va a desarrollar posteriormente la afectividad.

«Los que tenemos que aprender somos los adultos, porque los bebés ya nacen sabiendo reconocer las expresiones», asegura Enrique García, catedrático de Psicología y de la Emoción y la Motivación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y uno de los coordinadores de este estudio.

El experto explica que todos somos iguales a los tres meses de edad, pero «a los seis meses los niños cambian radicalmente por el aprendizaje. Ya no todos los niños lloran o se alegran ante lo mismo. En esa etapa podemos hacer niños más miedosos, más tristes, con más ansiedades o inseguros…».

Como pauta general, el profesor García aconseja a todos los padres «potenciar la alegría en los niños, de esta forma se les está dando recursos positivos para afrontar cualquier situación en la vida», dice.

Por eso, aconseja prestar especial atención a los niños en el juego, «así potenciamos los afectos positivos y el vínculo crece, con lo que les estamos aportando más seguridad. Los bebés que tienen ese lazo afectivo con los padres son bebés más curiosos, exploradores y con una psicología más sana».

Estas son las emociones de los bebés a los tres meses.

Sepa cómo reconocerlas:

—La alegría:

Aunque muchos padres digan lo contrario, la sonrisa aparece a los tres meses. Antes el niño ha sonreido, en efecto, pero de una forma muy rudimentaria. En los primeros días de vida, expresa lo que los expertos denominan «protosonrisa» ante una caricia de sus padres, por ejemplo.

«Realmente está ensayando los músculos —dice el profesor García—. A los dos meses aparece una esbozo de sonrisa más social, que consigue captar la atención. La sonrisa verdadera, emocional, aparece al tercer mes porque todo el aparato psíquico está maduro».

Se identifica en el bebé un rostro alegre por el desplazamiento de la comisura de los labios hacia atrás y arriba, el niño separa los labios, eleva las mejillas y reduce la abertura de los párpados.

—El dolor:

Es la expresión más definida y uniforme. «El bebé nace biológicamente maduro para sentir dolor, por eso nada más nacer los bebés lloran», explica Enrique García. Lo contrario es el afecto, que se podría definir como un estadio previo a las emociones. Los bebés sienten cuando están a gusto (afecto) o a disgusto (dolor).

Cuando siente dolor, el bébe hace descender las cejas y las junta, eleva las mejillas y reduce la apertura de los párpados, cierra los ojos, frunce y arruga la nariz, desciende la mandíbula y abre la boca.

—La sorpresa:

Es una reacción emocional causada por la presencia de algo imprevisto, novedoso o extraño. Se trata de una emoción neutra, intensa y de muy corta duración.

Se puede identificar por la elevación de la parte interior de las cejas, elevación del párpado superior, descenso de la mandíbula y abertura pronunciada de la boca.

—La ira:

Se produce como reacción frente a la frustración y la amenaza intencionada.

Al sentir ira, el bebé eleva la parte exterior de las cejas, eleva los párpados inferiores y reduce la abertura de los mismos, eleva la barbilla y la tensión de los labios.

—El miedo:

Ante la presencia de amenazas inesperadas, el bebé siente miedo.

Cómo identificarlo: Eleva la parte interior de las cejas, eleva el párpado superior, alarga la comisura de los labios y separa los mismos.

—La tristeza:

Aparece más tardíamente y suele ser la reacción ante una pérdida. Suele darse ante lo que se conoce como «angustia por separación»: la pérdida (aunque sea temporal) de la persona con la que tiene un vínculo afectivo especial.

Un bebé triste eleva la parte interior de las cejas, desciende las comisuras de los labios, que incluso pueden estar temblorosos, y eleva la barbilla.

—El asco:

Un bebé puede sentir asco ante olores o tactos desagradables y por estímulos gustativos.

Sus gestos:

Desciende y une las cejas, eleva las mejillas, reduce de forma acentuada la abertura de los párpados, frunce y arruga la nariz y eleva la barbilla.

Información: «Guía de la expresión del bebé», estudio científico realizado en colaboración con las Facultades de Psicología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y de las Universidades de Murcia y Valencia. Autores: Enrique G. Fernández-Abascal, Francisco Martínez Sánchez y Mariano Chóliz Montañés.