Dos científicos de la Universidad de Granada, en España, revelaron lo que denominaron «el efecto Pinocho»: cuando una persona no dice la verdad, la temperatura de la punta de su nariz aumenta o disminuye.
Para llegar a esa conclusión, los dos expertos aplicaron la termografía -una técnica para detectar la temperatura de los cuerpos- al ámbito de la sicología.
«Si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial», explican en el informe.
Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, los dos investigadores españoles del departamento de sicología experimental de la Universidad de Granada, también encontraron que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, situado en la esquina interna del ojo.
Los hallazgos «nos permiten conocer un poco mejor cómo somos y cómo son las emociones complejas», le dijo a BBC Mundo Elvira Salazar.
Y agrega: «Imagínese que ante la situación que atraviesa España pudiéramos saber si es cierto cuando un político dice ‘yo creo en España, yo creo que vamos a salir de la crisis’.
Sentimientos viscerales
La Universidad de Granada explica que la termografía se utiliza normalmente en áreas como la construcción, la medicina y las investigaciones militares.
En este último caso ha sido utilizada para detectar enemigos a través de lo que se conoce como visión nocturna.
Pero Gómez y Salazar decidieron utilizar esta técnica en asuntos relacionados con la sicología y concluyeron en su informe que «ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales».
Así, explican, «cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz».
Pero Salazar cuenta que, además del cambio de temperatura, también hay un efecto cerebral.
«La ínsula, que es un área cerebral vinculada a nuestro ‘yo’ más auténtico, se activa cuando estamos hablando de manera cierta sobre nuestros sentimientos».
Sin embargo, cuando no hay sentimientos reales, ésta no se activa.
«A más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», dice el estudio.
En diálogo con BBC Mundo, Salazar ilustra los posibles usos de la técnica con un ejemplo cotidiano.
«La unión de ese correlato cerebral y la bajada de la temperatura de la punta de la nariz realmente nos permitiría saber si cuando nos dicen ‘sí, yo creo que España va a salir de esta crisis’ nos están diciendo la verdad», concluye la científica.
Sin embargo, Salazar reconoce que todavía es muy temprano para pensar en la aplicación concreta de su estudio.
La termografía también sirve, según los expertos, para evaluar las emociones, determinar el patrón corporal de grasa y determinar el contagio emocional.
Fuente BBCmundo.com