El reloj interno del organismo que regula el sueño y otras funciones corporales, es susceptible de desarreglarse con facilidad. Christopher Colwell, profesor de Psiquiatría de la Universidad de California, halló una solución: ejercicio.
En un estudio con ratones de laboratorio el experto observó no solo que la actividad física ayuda a ajustar el ritmo circadiano sino que la mejor hora para lograr dicho beneficio es la tarde.
Lo anterior es una sorpresa si se tiene en cuenta que los atletas acostumbran a entrenar en la mañana.