Los científicos les llaman amigos ambivalentes. En el argot de calle los llaman «amienemigos». Tú los conoces y no te atreves a enfrentarlos o a admitir que lo son y que no te convienen. Es la amiga que te consuela cuando peleas con tu novio, para luego ir a coquetearle y salir con él. Es la que hace planes contigo para salir o viajar y a última hora te deja plantada. O la que escucha tus secretos para después publicarlos distorsionados a su manera. Es la supuesta amiga que compite contigo social o intelectualmente, mientras aparentemente te apoya en los momentos difíciles, pero no celebra tus triunfos, sino te critica y siempre encuentra algo negativo en lo que hiciste. Dice ser tu amiga, pero hace lo que puede por bajarte la auto-estima. Es tan dañina que tú no lo puedes creer y todavía la llamas tu amiga. La justificas y aceptas incondicionalmente, a pesar de todo.
Hay personas que quieren tener muchos amigos, de cualquier calidad. Tener amigos es necesario para la salud mental, pero un estudio realizado por los psicólogos Demir y Weitekamp, de Wayne State University, confirmó que tener pocos buenos amigos es más importante que tener muchos amigos de dudosa calidad.
En una investigación sobre índices de felicidad en cuanto a las relaciones sociales, se encontró que el 58% de la felicidad se atribuyó a la calidad de la amistad y el 55% a la personalidad. El número de amigos no fue un factor determinante en la felicidad, sino la calidad de la amistad.
Los «amienemigos» son muy problemáticos. No son confiables ni validan a sus amigos. Las relaciones ambivalentes o tóxicas hacen más que reducir tu auto estima y deprimirte. Afectan la salud física.
Los psicólogos Holt-Lustad y Bert Uchino de la Universidad de Utah llevaron a cabo un estudio donde hallaron que las interacciones sociales de más de 5 minutos con amigos o familiares tóxicos aumentan la presión arterial, reducen la resistencia al estrés y te hacen más propenso a sufrir de depresión. Esa expectativa que crea el amigo tóxico de levantar tu ánimo para dejarlo caer de manera ruin, te causa tensión y decepción, afectando tu salud.
¿Por qué, si te hacen tan infeliz, continúas esas relaciones? Quizás llevan mucho tiempo en tu vida y no encuentras cómo terminarlas, o piensas que lo bueno de ellas justifica tolerar lo negativo o hasta ahora no te diste cuenta del daño que te hacen.
El portal voces.huffingtonpost.com destaca que para complicar la situación, se ha encontrado que cerca de la mitad del círculo social de una persona incluye relaciones ambivalentes, muchas de ellas dentro de la misma familia. Cuando las personas tóxicas son familiares como la esposa, los hijos o los padres, no puedes deshacerte de ellas. Además, en momentos difíciles proveen apoyo que tampoco puedes darte el lujo de rechazar. Pero todo esto no significa que estás perdido.
Conclusión: no le concedas a nadie el poder de hacerte sentir mal, controlar tus emociones, reducir tu auto-estima, tenerte en la expectativa de cuándo te va a dar su aprobación y cuándo te va a humillar.
Las relaciones tóxicas no son buenas para tu salud emocional ni física. Un amigo ambivalente no es un amigo real. Sal de esa relación. Si no quieres ser brusco en tu rompimiento porque ha habido momentos buenos, empieza a evitar la presencia de la persona.
Si es un familiar no inmediato, evádelo y si lo ves, cuéntale lo menos posible de tu vida.
Si se trata de tu pareja, inicia conversaciones hacia un proceso de cambio de sus actitudes y conducta.
La gente tóxica tiene problemas propios sin resolver, pero ni son tuyos ni tienes que sufrir las consecuencias. Protégete de ellos y escoge amigos y relaciones que te apoyen, te nutran y no amenacen tu salud.