Un vendedor trata de alcanzar un brazalete de oro para un cliente en una tienda en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, el 11 de octubre de 2012. Con bajos precio y una alta calidad, Dubái se ha vuelto uno de los mercados más destacados en la venta de oro en el mundo.
Algunas veces Dubái ha sido llamada la Ciudad de Oro por la forma impactante como creció, desde un adormilado puerto del Golfo Pérsico a una intersección famosa mundialmente, apenas una sola generación. Su apodo, sin embargo, tiene un significado literal para quienes intercambian volúmenes importantes del metal precioso.
La ciudad prácticamente se está volviendo el centro internacional del comercio de oro, aprovechando que se halla entre minas de África y los clientes en las economías emergentes de China e India.
Dubái ahora tiene casi 29% de mercado mundial de oro con casi 1.200 toneladas —valuadas en 41.000 millones de dólares— cambiando de manos en los mercados de oro de la ciudad, de acuerdo con el cibersitio del sector, bullionstreet.com.
Esto es un incremento sustancial frente a los 6.000 millones de dólares que se intercambiaron en el emirato en 2003, de acuerdo con Malcolm Wall Morris, director general de Dubai Multi Commodities Centre, establecido por el emirato para supervisar el comercio del sector. «No hay duda de que la ubicación geográfica de Dubái ha jugado un factor importante», dijo.
El estatus libre de impuestos de Dubái lo ha vuelto uno de los lugares más económicos para comprar oro en el mundo. El emirato ha instalado refinerías de oro y fábricas de joyería. Importa todo tipo de oro —incluso desperdicio procedente de la India— y lo derrite y depura para crear barras del metal. En la Bolsa de Oro y Materias Primas de Dubái, los operadores y especuladores compran y venden el metal en los mercados de futuros.
Los precios del oro permanecieron relativamente estables en 2012: casi 1.700 dólares por onza. Algunos operadores calculan que los precios podrían subir una vez más y llegar a su récord de casi 1.900 dólares por onza si gobiernos centrales e inversionistas buscan el metal precioso como refugio en una economía mundial inestable.
Dubái también se ha vuelto un centro de menudeo, con 600 tiendas de oro, la mitad de ellas en mercados enfocados en turistas, comerciantes y residentes.