En su libro El llanto. Historia cultural de las lágrimas, Tom Lutz señala que tal vez ninguna otra actividad humana fundamental haya recibido tan poca atención como esta. Entre las explicaciones que algunos científicos han dado —y que el historiador estadounidense Lutz recopila en este volumen— está la de que el llanto es una forma de eliminación no muy distinta de la micción u orina, dado que las lágrimas contienen sustancias químicas y proteínas que, concentradas, pueden causar problemas como la depresión o úlceras, por lo que deben evacuarse.
Sin embargo, de las diversas teorías existentes sobre por qué apareció en la especie humana la lágrima emocional, te traemos las 4 teorías de por qué lloramos más extendidas:
- Charles Darwin: Teoría de 1872. Afirma que cuando un niño grita para llamar a su madre, comprime los ojos, lo que exprime sus glándulas lacrimales. Así, con el tiempo el llanto acabó por convertirse en un reflejo condicionado que se asocia con llamar la atención. La causa de las lágrimas es, según su tesis, puramente física. Todavía no se ha demostrado que gritar exprima estas glándulas.
- Sigmund Freud: Teoría de 1893-1895. Postula que cuando una persona tiene una fuerte tensión nerviosa, la descarga por una vía motora (rascarse, andar) o neurovegetativa (enrojecer, palidecer). Y una de estas vías neurovegetativas pudo ser la estimulación parasimpática lacrimal, produciendo llanto.
- Celsus-Retana-Frey: Teoría del siglo I-1971-1985. Sustenta que en situaciones emocionales pueden descargarse a la circulación sanguínea sustancias tóxicas que deben eliminarse, y esto se hace a través de la lágrima. Esta teoría tampoco tiene hoy defensores, pues el flujo por la glándula es muy pobre y esta misión la cumplen ya dos órganos muy especializados: los riñones, por los que circulan 1.2 litros de sangre por minuto.
- Juan Murube del Castillo: Teoría de 1999: Sostiene que la lágrima surgió inicialmente como un medio para expresar a las personas inmediatas que se necesita ayuda. Sus aportaciones han ayudado a comprender y tratar mucho mejor el problema del ojo seco, al que Murube del Castillo ha dedicado décadas de estudio.