De acuerdo a un estudio publicado en la revista Psychological Science revela que después de mentir, sentimos la boca sucia, y una necesidad física de limpiarnos la misma.
Para poder demostrar esta investigación, Norbert Schwarz y Spike Lee, de la Universidad de Michigan (EE.UU.), solicitaron a 87 estudiantes que desempeñaran el papel de abogados en competencia con un colega, Chris, imaginando una situación en la que encontraban un documento importante que Chris había perdido y que la devolución del documento ayudaría a la carrera de Chris en detrimento de la suya propia.
A cada participante se le pidió que dejara a Chris un mensaje bien por grabación de voz o por correo electrónico, diciéndole la verdad en unos casos y mintiendo en otros.
Luego, los participantes calificaron el grado en que deseaban varios productos como parte de una supuesta encuesta de comercialización y que dijeran cuánto estaban dispuestos a pagar por cada producto. Los productos incluían un enjuague bucal y un jabón para las manos.
De acuerdo al portal El Intransigente, los científicos comprobaron que los participantes que habían mentido por teléfono, dejando un mensaje grabado falso, sintieron un deseo más fuerte por el enjuague bucal y ofrecieron pagar por él más que el resto.
A su vez, quienes habían dicho una mentira en el mensaje electrónico escribiendo el mismo embuste, sintieron un deseo más fuerte por el jabón de manos y se mostraron dispuestos a pagar más por él.
“Las referencias a manos sucias y bocas sucias en el lenguaje cotidiano indican que la gente piensa acerca de los aspectos abstractos de la limpieza moral en términos de experiencias más concretas con la limpieza física”, explica Lee.
“No es sólo que las personas quieren limpiarse después de un acto sucio, sino que quieren lavar la parte específica del cuerpo involucrada en ese acto”, sostiene Schwarz