Hacer ejercicio físico con regularidad es el medio más poderoso que existe para prevenir la enfermedad de Alzheimer y mejorar la función cerebral en quienes ya la padecen, dice la “Mayo Clinic Health Letter”. El ejercicio continúa siendo la mejor terapia preventiva, pese a que los científicos, los médicos, los fármacos y las compañías biotécnicas de todo el mundo buscan con urgencia nuevas terapias para prevenir y tratar la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia.
Un estudio de Mayo Clinic descubrió que los ancianos que hacían ejercicio moderado de forma regular y entre cinco o seis veces por semana disminuían el riesgo de presentar el deterioro cognitivo leve en 32 por ciento, comparado frente a las personas más sedentarias. Quienes empezaron a hacer ejercicio a mediana edad vieron una reducción de 39 por ciento en el riesgo de desarrollar el deterioro cognitivo leve, afección que altera tanto el pensamiento como la memoria y a menudo precede a la enfermedad de Alzheimer. Se han obtenido resultados similares en varios estudios diferentes.
No se entiende bien por qué el ejercicio protege al cerebro contra la enfermedad de Alzheimer, pero los científicos mencionan varias posibilidades, entre ellas las siguientes:
Mayor volumen cerebral. La materia gris, donde están la memoria y otras funciones importantes, constituye la parte más voluminosa del cerebro. La materia gris normalmente disminuye con la edad, pero parece que el ejercicio conserva la materia gris.
Una zona de la materia gris, que se conoce como el hipocampo, sufre un deterioro progresivo en las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer. En un estudio realizado en ancianos, se observó un agrandamiento importante del hipocampo en quienes hicieron ejercicio moderado durante el transcurso de un año.
Mejor grado de conexión cerebral. Algunas sustancias, como el factor neurotrópico derivado del cerebro, son como fertilizantes para el cerebro; y parece que los niveles suben con el ejercicio y bajan en quienes padecen la enfermedad de Alzheimer.
Vasos sanguíneos más saludables. Las arterias cerebrales envejecidas son mucho más susceptibles a estrecharse y cerrarse. El cierre de un vaso sanguíneo puede contribuir al desarrollo del deterioro cognitivo y de la enfermedad de Alzheimer. El buen estado físico ayuda a prevenir muchas afecciones que contribuyen al daño y obstrucción de los vasos sanguíneos, tal como la hipertensión, la diabetes, los niveles poco deseables de colesterol y el estrés.
Hacer ejercicio moderado de forma regular normalmente significa ejercitarse durante alrededor de 150 minutos por semana, o 30 minutos diarios, cinco días a la semana. El ejercicio debe aumentar la frecuencia cardíaca hasta el mismo nivel de una caminata rápida. No se sabe si hacer más ejercicio, o en mayor intensidad, ofrece otras ventajas para prevenir la enfermedad de Alzheimer.