Nuestro tema central es el desvío del profeta Balaam y la petición que le hiciera el rey Balac para maldecir a Israel. El profeta era un hombre de Dios, de quien recibía sus revelaciones. Estaba al tanto de que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables, por lo tanto la bendición dada a Israel también era irrevocable. Por si fuera poco, la bendición añadida para los que la bendijeren y la maldición explícita para los que la maldijeren también eran irrevocables. La tentación que puso Balac en cuanto a otorgarle honra y riquezas a cambio de maldecir al pueblo de Dios fue muy grande. Balaam pecó, desvió su camino y cambió su doctrina en cuanto a Israel porque consultó a Dios en varias oportunidades, muy a pesar de que conocía su decreto inmutable e irrevocable tocante a Israel.
Las consecuencias de su avaricia, nos las enseñan en el Nuevo Testamento Judas, Juan y Pedro. Y en el mismo libro de los Números (22-24) vemos la reprensión que le hace el Señor, pues una muda bestia le habló para reprender su locura.
Hoy en día se han levantado muchos Balac que desean que los adherentes al pueblo de Dios maldigan a Israel. A fin de cuentas ya Dios hizo del pueblo gentil y del judío uno solo, de manera que el Israel histórico poco importa. El que importa es el espiritual que está fuera de las fronteras geográficas del Israel del Medio Oriente. Pero los dos Israel son importantes, como la narrativa histórica reciente puede atestiguar, al igual que lo señala Pablo en Romanos 11.
Los Balac de hoy en día señalan los pecados de Israel para predecir su maldición. Pero la Biblia asegura que no por ser Israel más que todos los pueblos lo ha querido Jehová y lo ha escogido, pues Israel era el más insignificante de todos los pueblos (Deuteronomio 7: 7). Sin embargo, la sentencia del Génesis 12: 3 sigue vigente: Bendeciré a los que te bendijeren y a los que te maldijeren maldeciré. Dios no ha cambiado y maldecirá a los que maldijeren a Israel. Bozales de comida se brindan a aquellos que se adhieren a las peticiones de los Balac contemporáneos. Uno en especial se ha atrevido a maldecir a Israel de su propio fuero de odio. Al mismo tiempo muchas congregaciones religiosas han recibido beneficios económicos bajo su hegemonía dictatorial y por ello sus pastores danzan por la magnanimidad del tirano. El bozal de comida les tiene callada su lengua para silenciar la denuncia de los que maldicen a Israel.
Transcribo a continuación parte de la maldición ofrecida por Hugo Chávez, mandatario venezolano que compra con alimento barato y honra política a los que se adhieren a la petición de Balac. Estos pastores y miembros de congregaciones tuvieron por poca estima lo irrevocable del don y el llamamiento del Dios a quien sirven, por lo tanto se le adhieren y pretenden ignorar dos cosas: la bendición de Dios a Israel y la maldición de Chávez a Israel. Como Balaam bendicen a Dios en espera de que haga caso omiso de la maldición de su benefactor. Pero ignoran que ya tienen su recompensa, la misma del servidor de Eliseo, la misma del profeta Balaam.
¨Aprovecho para condenar de nuevo, desde el fondo de mi alma y de mis vísceras, al Estado de Israel: Maldito seas, Estado de Israel. Maldito seas.¨
El pacto Abrahámico es uno de los más importantes de la Biblia e incluye la provisión de que Israel sería una nación para siempre, tendría el título de su tierra para siempre, sería bendecida en cosas espirituales y estaría bajo la protección divina. (Gn. 17:13-14). El pacto en sí era declarado como un pacto eterno (Gn. 17:7, 13, 19; 1 Cr. 16: 16-17; Sal. 105: 10).
Por si fuera poco, en otra alocución, el hegemónico Chávez afirmó que en la Constitución Venezolana estaba la propuesta divina, de Cristo, el redentor de los pobres. De allí que condenaba al infierno a quien se le oponía, diciéndole: vete con Satanás. Otras alocuciones recogen lo siguiente: …porque el concepto Chávez no es este ser humano que está aquí, es mucho más que eso. Chávez es el camino…al socialismo. Sin duda que el mundo que Cristo vino a pregonar fue el socialismo. Yo interpreto a Cristo, cuando dijo Mi reino no es de este mundo…mentira que el reino de Cristo es posible allá en el cielo. Mentira. No hay un otro mundo más allá, es aquí el más acá o más allá. El buen lector sacará su prudente conclusión. Dijo el profeta Habacuc: He aquí aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá. Y el poeta Lamartine escribió: Suprimid a Dios y se habrá hecho la noche en el alma humana.
Escrito por César Paredes publicado en destino.blogcindario.com