SAN FRANCISCO. En República Dominicana el béisbol es como una segunda religión, con más adeptos que la católica predominante en el país, más terrenos de pelota que iglesias y más peloteros en Grandes Ligas que ninguna otra nación, salvo Estados Unidos.
Por ello, constituía una verguenza nacional el pobre papel del trabuco dominicano que, plagado de estrellas de Ligas Mayores, fracasó estruendosamente en los dos primeros Clásicos Mundiales en 2006 y 2009.
Una concienzuda preparación previa, y la consabida pasión que los jugadores dominicanos despliegan en el terreno, fueron las verdaderas claves del éxito de ese país en el III Clásico Mundial que finalizó el martes en San Francisco.
Haciendo gala de una ofensiva devastadora, excelente defensa y pitcheo de altos quilates, República Dominicana se llevó el trofeo de campeón -una pieza de plata de 30 libras de peso creada por la joyería Tiffany- tras derrotar el martes en la final a Puerto Rico con blanqueada de 3×0.
«El secreto ahora fue que la mayoría de los jugadores llamados al Clásico comenzaron a prepararse con meses de antelación para el torneo», reveló el mánager dominicano, Tony Peña.
Algunos, como el estelar segunda base de los Yankees de Nueva York Robinson Canó o el cerrador de los Rays de Tampa Bay Fernando Rodney, se presentaron en tan buen estado que se llevaron los máximos honores del torneo a nivel individual.
«Comencé a prepararme en diciembre para el Clásico Mundial», dijo Rodney, quien no permitió carreras en los ocho juegos que lanzó, con siete salvamentos, ocho ponches y apenas un hit en 7,1 innings. «En los dos clásicos anteriores no reparamos mucho en la fecha y eso fue mortal», agregó el relevista.
El secreto del «Mangú Power»
Fue Rodney el que motivó a la prensa a describir la fortaleza de Dominicana como el «Mangú Power» o «Poder del Plátano».
El cerrador de los ‘merengueros’ estuvo todo el torneo mostrando una enorme banana verde, alimento básico en la dieta dominicana y con el se hace el mangú, una papilla que puede comerse sola o mezclada con carne de cerdo, mariscos o pollo.
«Esto (el campeonato) es parte del plátano, el plátano nos da fuerza y eso hace que salgan muchos peloteros, yo lo veo así», bromeó Rodney, aunque sus palabras tienen la sabiduría del hombre que ha salido de lo más humilde para llegar al estrellato, sin perder la cabeza.
No por gusto se dice que en Dominicana los peloteros abundan como el plátano. Se dan en todos los rincones y maduran bajo cualquier clima.
Actualmente 28 de las 30 franquicias de Grandes Ligas, más la japonesa del Hiroshima Toyo Carp, tienen academias o campos de entrenamiento de béisbol en todo el territorio de República Dominicana.
En estos lugares no sólo se entrenan miles de niños y jóvenes dominicanos, sino también mexicanos, panameños, venezolanos, puertorriqueños, colombianos, que a la par que perfeccionan sus habilidades deportivas, estudian inglés y se preparan para su futura vida en Estados Unidos.
«Hay que entender que estos jugadores vienen de niveles socioeconómicos bien bajo, y casi ninguno ha salido de la República Dominicana. No saben lo que es un aeropuerto, y mucho menos conocen la cultura estadounidense», reveló a la AFP Junior Noboa, director de una de las academias de Grandes Ligas en su país.
El béisbol en Dominicana es además un gran negocio. Un estudio realizado por la firma estadounidense Entrena Consulting estima que unos 84 millones de dólares entran al país anualmente por este concepto.
Pasión y orgullo
Si algo caracterizó a este equipo dominicano que se impuso en el Clásico fue el orgullo de representar a todo un país en una competencia internacional, y el sentido de entrega a la causa en función del colectivo y no de la individualidad.
«Para tener éxito, además de talento, se necesita tener compromiso. Los peloteros que integraron el roster de República Dominicana tenían compromiso, con el torneo, con su país», dijo el mánager Peña.
Edwin Rodríguez, el entrenador que guió a Puerto Rico a una sorpresiva clasificación a la final, lo sintetizó de la siguiente forma: «República Dominicana tiene talento. Otros equipos tienen talento y estrellas de Grandes Ligas, pero los de República Dominicana tienen pasión, deseo de hacer algo grande y lo cumplieron».