La presentación del sistema Facebook Home, que se estrena este jueves en Estados Unidos, volvió a generar un debate sobre si la red social se convirtió en algo demasiado integrado a nuestras vidas.
Home integra todos los servicios de la red social en el sistema operativo móvil Android. En lugar de tener que descargar aplicaciones para utilizar Instagram, Facebook Messenger y Facebook Camera, el acceso a estas funciones aparece en la pantalla de inicio del usuario de Facebook Home.
El lanzamiento de Facebook Home reavivó los cuestionamientos sobre la privacidad de los usuarios.
Como suele ocurrir con los lanzamientos de Facebook, Home trajo fuertes críticas. “Facebook quiere saber todo lo que hacemos para poder vender más publicidad. Nos muestra que Facebook no tiene respeto en lo absoluto por nuestra privacidad”, dijo el especialista en economía digital y colaborador de CNN, Andrew Keen.
“Por definición (los responsables de Facebook) son espeluznantes, indignos de confianza y han dado pruebas de ello una y otra vez”, añadió.
Facebook respondió a las críticas en una publicación en su blog, argumentando que los datos que Home recolectará no son distintos a los que la red social ya rastrea y que son utilizados internamente para mejorar la experiencia del usuario.
Para los nativos digitales conocedores de tecnología, quienes comparten información personal frecuentemente, la polémica que rodea a Home podría no ser vista como un problema.
Podría decirse que la privacidad es una ilusión que ya no existe y que rápidamente se convierte en un concepto anticuado.
“Nuestro concepto de privacidad es una idea muy del siglo XX”, dijo David Rowan, editor de la revista de tecnología Wired, a CNN.
“Todos esos datos personales que das a estas empresas privadas hacen que ganen dinero por eso y ellos deciden cómo va a utilizarse. Pierdes el control de esos datos”, dijo.
Algunos dicen que deberíamos hacer preguntas más duras sobre cómo es utilizada esa información.
En su próximo libro ¿Quién es dueño del futuro?, el pionero digital Jaron Lanier discute cómo los mayores servicios en línea del mundo como Google y Facebook en realidad no son “gratis” porque a cambio entregamos obligatoriamente información sobre nosotros mismos que puede ser convertida en mucho dinero.
Pero, ¿realmente podemos traspasar los límites de la privacidad? Keen cree que si no actuamos pronto, podríamos hacerlo. En su libro más reciente, Vértigo digital, sostiene que en el corredor industrial Sillicon Valley, en California, hay personas que “ya descartaron la privacidad como si se tratara de lámparas de gas (…) algo arcaico que los humanos superaran”.
Keen insta a considerar qué significa realmente la privacidad en la “Era de los Grandes Datos”. Habla en términos apocalípticos sobre un “futuro aterrador, distópico y de pesadilla”, donde viviremos en un mundo de “transparencia radical”.
La tecnología parece acercarse cada vez más a un mundo en el que cada aspecto de nuestra existencia está registrado, voluntariamente o no, y Keen afirma que los humanos no están listos para esa capacidad de “presionar el botón de rebobinar en nuestra vida”.
“Internet necesita aprender a olvidar. Sólo sabe cómo recordar. Eso no es muy humano”, dice. Olvidar es tan esencial para la condición humana como recordar, según el autor.
Pero, en el mundo de hoy en día, la documentación de todos nuestros movimientos y de todos nuestros deseos se vuelve cada vez más inevitable. De acuerdo con Rowan, “cualquiera que utilice cualquier tipo de dispositivo electrónico renuncia a la capacidad práctica de no poder ser rastreado”.
Tan dominante es el poder de los gigantes de internet que el gobierno estadounidense lanzó un Día Nacional de la Privacidad de Datos oficial que se celebra el 28 de enero como parte de una campaña para generar conciencia entre los adolescentes y adultos jóvenes sobre la importancia de mantener la poca privacidad que todavía les queda.
Keen señala similitudes entre los impactos negativos de la revolución industrial y los del mundo digital, los cuales, dice, son “en algunas formas más profundo y de más largo alcance”.
“El lado negativo de la industrialización fue la contaminación; la distribución de datos y la invasión de nuestra privacidad es la contaminación de la era de los grandes datos”, afirma Keen.