En uno de los bares, frente al Club 59 y cafetería Merengue, la música es suave pero no deja de sentirse el fervor que se vive en El Batey, donde la prostitución le ha robado el sueño al turismo familiar.
Los que quieren que Sosúa siga siendo un pueblito cargado de ensueños y de las noches más fantásticas argumentan que los negocios con mujeres alegres no los deja atraer a un turismo que se centre en la familia. Ponen como ejemplo el entorno de la cuadra compuesta por las calles Pedro Clisante y Doctor Rosen, que es alocado y desenfrenado a la vez.
En la cuadra completa solo hay unas tres casas de familia que se pueden ver porque lo que ayer era un lugar residencial hoy está compuesto de unos 13 bares donde desde tempranas horas las mujeres llegan -la gran mayoría en motoconchos y taxis- y, más que lucir para encontrar al mejor postor, se visten al último grito de la moda, para competir entre ellas mismas.