SAN FRANCISCO. Tras el auge y caída de la red social MySpace, ahora es a través de YouTube que los músicos tratan de hacerse conocidos en internet, poniendo a menudo el acento más en la imagen que en el sonido, ingrediente clave del éxito fulgurante de Psy y Justin Bieber, entre otros.

Durante años, el surcoreano Park Jae-sang, alias Psy, de 35 años, fue la estrella en su país, encadenando discos y videos. En su sexto álbum, encontramos en la pista número 3 una canción llamada «Gangnam Sytle». Pero no fue hasta la difusión de este título en un video de YouTube en el verano de 2012, junto a una coreografía alegre y alocada, que Psy se convirtió en una superestrella internacional.



En seis meses el clip se convirtió en el primero en sobrepasar los 1.000 millones de visitas.

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«La música siempre ha sido un lenguaje universal y YouTube es una plataforma perfecta para construir una comunidad en torno a la energía que constituye la música», afirma Vivien Lewit, directora de colaboraciones musicales en YouTube.

«Esto traspasa los territorios: la gente en Estados Unidos tiene acceso a lo que hace Psy en Corea», señala Lewit. «No se trata sólo de él. Las fronteras se han caído y otros artistas han ampliado el horizonte».

Psy publicó también enseguida en YouTube, tras un uso astuto de los efectos publicitarios, el lanzamiento de su último titulo «Gentleman», que por ahora ha registrado 275 millones de visitas.

Máquina de hacer dinero

La popular página de videos, propiedad de Google, es una verdadera «máquina de hacer dinero». Vive exclusivamente de sus ingresos publicitarios, que comparte con los artistas más vistos.

Si bien la página no ofrece datos, las estimaciones indican que Psy habría ganado al menos ocho millones de dólares capitalizando solamente su «Gangnam Style».

Y la cuenta de los visionados constituye el grial supremo de los anunciantes, aunque no sea una garantía de calidad.

«Miles de creadores individuales logran más de 100.000 dólares al año», afirma Vivien Lewit. «Ganan dinero cada vez que un fan descarga su video»

Otro fenómeno fue el del canadiense Justin Bieber, que ostentaba los récords de audiencia antes de verse superado por Psy. Su videoclip «Baby», también esencialmente basado en la coreografía y la imagen, fue visto 900 millones de veces.

Paradojicamente para las discográficas un éxito tal en YouTube no es un mal augurio. Porque también cosechan ingresos a través de publicidad y de la audiencia de los artistas. Este fue el caso de la surcoreana YG Entertainment (Psy) o Island Records (discográfica de Justin Bieber, propiedad de Universal Music).

En total, la industria musical recaudó unos 500 millones de dólares estos dos últimos años en ingresos publicitarios provenientes de YouTube, precisó Vivien Lewit.

YouTube reaviva también la moda del videoclip tal y cómo la puso en práctica con éxito la cadena estadounidense MTV.

La única diferencia es que los músicos tienen ahora ellos mismos las riendas de lo que difunden: así la violinista Lindsey Stirling, a favor de que un clip pueda gustar al mayor número de gente posible, también salió de la sombra gracias a YouTube.

Esta californiana de 26 años tiene dos millones de fans en su cadena personal de la red social, que siguen su cautivadora mezcla de baile y violín clásico.

Su álbum publicado por ella misma vendió 108.000 copias en descargas digitales y ha estado de gira casi sin parar desde su publicación el año pasado. Su gira europea ha vendido todas las entradas y ahora encadena conciertos a puertas cerradas.

«Si no fuera por YouTube, no estaría en gira en este momento», reconoce.

Ella gana dinero gracias a la publicidad, pero ve sobre todo la página como «una plataforma de marketing gratuita», que permite «expandirse a todas partes».

Es aquí donde las discográficas tienen más por lo que preocuparse porque el músico gestiona toda la «cadena de producción», desde la composición a la gestión del sitio, pasando por las charlas en línea con los fans.

Lindsey Stirling eligió prescindir de ellos para el lanzamiento de su primer álbum: «las discográficas, las agencias quieren encajarte en el molde de los artistas que ellos quieren que seas. En YouTube, los fans son los únicos a los que satisfacer», afirma.

En el caso contrario, los músicos conocidos como Prince no ven necesariamente con buenos ojos esta nueva tendencia de contenidos anárquicos. El cantante estadounidense se ha convertido en un adepto en retirar sus canciones de YouTube.

AFP