Es cierto que a nadie le gusta un pinchazo, pero si necesitas inyectarte insulina como parte de tu tratamiento para controlar la diabetes, debes hacer un esfuerzo para superar tu rechazo al piquete o pinchazo. Hay formas de aliviar el proceso y queremos compartirlas contigo.
Millones de personas padecen de diabetes en todo el mundo y muchas de ellas necesitan inyectarse insulina diariamente, ¡y hasta varias veces al día! No es para que encuentres consuelo en el mal rato compartido, sino fuerza y ánimo. Para empezar: si todas ellas pueden hacerlo, ¡tú también! Por suerte, hay maneras de aliviar la experiencia, comenzando por aceptar tus ansiedades y miedos, que son muy reales y comprensibles. Para superarlos, te aconsejo lo siguiente:
- Pide ayuda profesional. Tu médico, la enfermera o un educador especializado en diabetes pueden brindarte la información que necesites y hasta pueden practicar contigo para que vayas perdiendo el miedo al dolor y para que domines la técnica. Haz todas las preguntas necesarias y asegúrate de que sabes cómo usar las agujas y las jeringas, qué dosis debes usar y muy importante, cómo usar tu glucómetro para chequear tus niveles de glucosa en la sangre. Mientras más sepas sobre tu diabetes, el tratamiento, la insulina y la forma de aplicarla, mejor para ti. Con seguridad, después de un par de aplicaciones, te sentirás más relajada(o) y confiada (o), ¡como un profesional!
- ¿Te asusta el dolor? Trata entonces de adormecer el área con un poco de hielo que debes aplicar unos minutos antes de la inyección o pinchazo. Recuerda que el área donde te inyectes es importante. Básicamente necesitas inyectarte en una área en donde tengas tejido adiposo (grasa subcutánea o por debajo de la piel). El abdomen es el área más indicada, pero también puedes inyectarte en el brazo, el muslo o en las nalgas. No te pinches en el mismo sitio siempre para evitar que se forme tejido de cicatrización (un endurecimiento). Eso impediría que la insulina se absorbiera correctamente y llegara adecuadamente al torrente sanguíneo.
-
Puedes procurar inyectarte dentro de la misma área general (por ejemplo, en el abdomen) para que la insulina llegue a la sangre con la misma velocidad cada vez que te inyectes si lo haces una vez al día, pero rotando en diferentes partes del abdomen. Si te inyectas varias veces al día, quizá en otro momento del día te puedes inyectar en los muslos, nuevamente, rotando el sitio.
- Prueba inyectándote con agujas más pequeñas. Las más cortas, como las que se usan en las plumas de insulina, te causarán menos impresión y son muy efectivas. Según algunos especialistas, las que vienen en el rango de los 4 o 5 milímetros suelen ser más fáciles de usar. Consulta con tu médico o con tu enfermera para ver si te conviene este tipo de aguja. Practica hasta que domines su uso y cómo cargar en la jeringa la dosis que necesitas.
- Consulta con tu médico si te conviene usar una pluma de insulina (u otro dispositivo como la bomba de insulina). Las plumas son más fáciles de usar y de cargar y quizás te causen menos molestias, especialmente si debes inyectarte cuando no estás en la casa.
- Si refrigeras la insulina, sácala a la temperatura ambiente unos 10 minutos antes de inyectarte ya que la insulina fría suele arder. También puedes frotar la jeringa con las manos para calentarla un poquito.
- Recuerda limpiar bien el área con alcohol, pincha la piel e inserta la aguja en un ángulo de 90 grados. Vacía la jeringa, cuenta hasta cinco, suelta la piel y la aguja saldrá fácilmente.
En unas cuantas aplicaciones ya te sentirás más cómodo con el proceso y el miedo irá desapareciendo. Siempre sentirás el pinchazo y hasta es posible que al principio pinches algún vaso sanguíneo y te causes un moretón. Eso es normal. Pero si sientes mucho dolor, es señal de que algo no está funcionando bien y debes comunicarte con tu médico.
La práctica y la constancia son importantes en el tratamiento de la diabetes. Ten presente que tu meta es estabilizar tus niveles de glucosa en la sangre y en esta tarea, las inyecciones de insulina son tus aliadas, a pesar del pinchazo. Si piensas de esa manera, ¡no habrá miedo que valga!
Fuente: vidaysalud.com