El asediado gobierno de Estados Unidos afirma que su intención era proteger la vida de sus ciudadanos cuando tomó la drástica decisión de intervenir los registros telefónicos de periodistas en el marco de una investigación por una grave filtración de información. El gobierno de Barack Obama, acosado en varios frentes, enfrenta ahora una andanada de críticas por lo que se considera una violación a la libertad de prensa.
El fiscal general Eric Holder defendió el martes el accionar del Departamento de Justicia, que tomó secretamente dos meses de registros telefónicos de periodistas de la agencia Associated Press. Holder dijo que la decisión había sido parte de una investigación sobre una filtración de seguridad que había puesto en riesgo a la población estadounidense.
«He sido fiscal desde 1976. Y tengo que decir que esta (…) es una de las más graves (filtraciones) que yo haya visto», afirmó.
«Esto no es una exageración. Pone al pueblo estadounidense en peligro. Y tratar de determinar quién es responsable de eso, creo, requiere de una acción muy agresiva», agregó.
Se cree que el accionar de los investigadores está vinculado a una pesquisa sobre un artículo publicado acerca de una frustrada conspiración terrorista.
La historia de AP revelaba detalles de una operación de la CIA en Yemen que logró detener un complot de la red Al Qaida en la primavera de 2012 para detonar una bomba en un avión con destino a Estados Unidos.
Holder dijo que se había recusado de la investigación porque había sido interrogado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) acerca de revelaciones no autorizadas sobre el tema.
Un comunicado del Departamento de Justicia indica que desde la recusación de Holder en junio de 2012, la investigación «ha sido conducida por el FBI con la dirección del Fiscal y la supervisión del fiscal general adjunto».
La Casa Blanca intentó desviar las críticas de que había puesto como objetivo a los medios de noticias en su guerra contra las filtraciones.
El portavoz del presidente Barack Obama, Jay Carney, dijo que la Casa Blanca no estaba involucrada el decisión de buscar los registros telefónicos de AP y que el Departamento de Justicia opera con independencia.
«Sería totalmente inapropiado para el presidente involucrarse en una investigación penal que (…) al menos en lo que se ha informado, involucra filtraciones de información del gobierno», dijo Carney.
La agencia AP protestó el lunes en una carta dirigida a Holder que «no puede haber justificación posible» para un registro tan amplio de sus comunicaciones telefónicas.
En una respuesta a AP, el Fiscal General adjunto, James Cole, dijo que la investigación sobre la filtración de «información clasificada» comenzó el año pasado y advirtió que «tales revelaciones arriesgan vidas y causan graves daños a la seguridad de todos los estadounidenses».
Cole dijo que las reglas requieren tomar otros pasos antes de tomar los registros telefónicos, y que la decisión solo se tomó tras «realizar más de 550 entrevistas y revisar decenas de miles de documentos».
Indicó que las órdenes judiciales estaban «limitadas a un período razonable de tiempo y que no se buscaban los contenidos de ninguna de las llamadas».
En una nueva respuesta a la misiva de Cole, el director ejecutivo de AP, Garry Pruitt, puso en duda esas afirmaciones e insistió en que la pesquisa no había sido «limitada» pues había alcanzado a más de 100 periodistas trabajan en los lugares objeto de la investigación.
«La Casa Blanca había dicho que no había una amenaza creíble al pueblo estadounidense en mayo de 2012. La historia de AP sugirió lo contrario, y sentimos que era una información importante y que el público merecía saberlo», señaló Pruitt.
La revelación de la intercepción de los registros telefónicos de AP provocó una ola de críticas por lo que se calificó como un ataque sin precedentes a la libertad de prensa.
El líder demócrata del Senado, Harry Reid, miembro prominente del partido de Obama, dijo a los periodistas que tiene «dificultades para defender lo que hizo el Departamento de Justicia (…) es injustificable».
Trevor Timm, de la Freedom of the Press Foundation, afirmó que «ya no debemos ver estas investigaciones y persecusiones sobre filtraciones como inherentes a la libertad de prensa, sino como un ataque directo a ella».
«Esto debe ser un importante llamado de atención para los periodistas», aseveró.
Otros analistas subrayaron que la administración Obama ya se ganó reputación por investigar agresivamente las filtraciones sobre secretos de gobierno.
«Para mí es sorprendente y preocupante esta amplia redada en busca de los archivos telefónicos de AP», dijo a la AFP David Pozen, un especialista en legislación sobre seguridad constitucional y nacional de la Columbia University.
AFP
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