Existen diversas categorías de personas infieles. Unas más reconducibles que otras. Generalmente, “una persona educada en el derecho a disfrutar, hedonista y egocéntrica será infiel durante toda su vida y con todas sus parejas porque no va a cambiar”, apunta el psicólogo clínico y sexólogo Esteban Cañamares. En unos términos similares, cuando la causa de la infidelidad es el desgaste y lo único que une a la pareja es la hipoteca o los hijos, las probabilidades de volver a buscar relaciones extraconyugales son prácticamente del 100%, según asegura el especialista.
En estos casos, la infidelidad tiene que ver con una intención de “atentar” contra la pareja, de forma consciente y deliberada, explica el sexólogo Raúl Padilla de la clínica madrileña Psicantropía. Incluso, “puede servir como detonante para producir cierto cambio en la pareja; bien sea para que la otra persona se entere, bien para que esa relación extraconyugal nos salve de la pareja actual”. Se suele dar el caso de que la persona ‘engañada’ simplemente deja de existir para el infiel, convirtiéndose en un simple “compañero de espacio y tiempo” mientras se busca a otra pareja. Entonces, las infidelidades se irán repitiendo hasta que, finalmente, la pareja se disuelva porque «ha aparecido alguien», explica el sexólogo. Para Padilla, es necesario establecer una diferenciación a priori entre este tipo de relaciones intencionadas fuera de la pareja con las que “no tienen más objetivo que el placer”, las cuales ni siquiera considera como una infidelidad, sino como “el complemento a una relación satisfactoria”.
Una atrevida interpretación que justifica por “la cantidad de parejas que funcionan perfectamente en todos los aspectos de la vida salvo en que uno de los miembros no siente satisfecha su dimensión sexual con esa persona”.
¿Puede el infiel dejar de serlo?
En busca de autoestima
Las infidelidades más susceptibles de quedarse en un tropiezo puntual son aquellas que se producen cuando se atraviesa un estado anímico cercano a la depresión. En esta coyuntura, el infiel “necesita un chute de autoestima”, añade Cañamares, para superar su situación. En estos casos sería posible reconducir el futuro de la relación arrojando tierra sobre el asunto con la seguridad de que el infiel no será reincidente.
En una situación intermedia se sitúan las infidelidades motivadas por el “miedo” a no estar en el mercado. Es decir, cuando una persona comienza a sentir que se ha acabado el amor con su pareja y duda si seguir con él o ella, por lo que tantea otras relaciones para comprobar si todavía está en condiciones de gustar a los demás. En estas ocasiones, si las dudas desaparecen y se sigue con la relación, la infidelidad también lo hará, pero si no lo hacen continuarán hasta que definitivamente se produzca la ruptura.
Las causas de las infidelidades pueden ser múltiples, casi tantas como personas que las cometen. Sin embargo, hay una serie de factores predisponentes generalizables. El geográfico es uno de ellos, explica Mirem Larrazábal, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) y directora del Instituto Kaplan de Psicología y Sexología. “En los pequeños núcleos de población el control es mayor que en las grandes capitales, donde hay menos posibilidades de que se desvelen las infidelidades”. Además, añade Larrazábal, la atracción sexual se fomenta con el trato, por lo que las infidelidades no se suelen cometer con las personas desconocidas. “Las personas con trabajos donde hay posibilidad de convivir y establecer relaciones serán más propensas a cometer una infidelidad. No es lo mismo trabajar en una oficina que ser dependienta.”
La superación del trauma
Cuándo se descubre que la pareja ha cometido una infidelidad, se produce una fuerte convulsión marcada por la traición, se pierde la confianza en la pareja y se Volver continuamente al pasado y echar en cara la infidelidad es inútil y mina la relación experimenta una amalgama de sentimientos como la rabia, ira y venganza. Una vez que se sobrepasa esta primera fase de convulsión, “hay que pactar si realmente se quiere continuar adelante con la relación”, apunta Larrazábal.
Si existe esta predisposición, el trabajo terapéutico consiste en juzgar las compatibilidades, analizar qué ha fallado y plantear las causas para mitigarlo. La confianza y la lealtad no se recuperan al día siguiente, pero lose sexólogos recomiendan no volver continuamente al pasado y echar en cara la infidelidad porque es una actitud «inútil que mina a la otra persona”. Lo ideal sería, según concluye Larrazábal, “trabajar desde el lado positivo y no alimentar la curiosidad morbosa”.
Fuente:
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/04/28/una-persona-infiel-puede-dejar-de-serlo-de-verdad-96945/