Cuando a inicios de 2013 se produjeron las primeras noticias sobre la relación de varios peloteros de las llamadas Grandes Ligas de Estados Unidos con la clínica Biogénesis de ese país, la afición dominicana reparó muy poco en el hecho. Sin embargo, las palabras dopaje, engaño, juego sucio, perjuicios para el espectáculo comenzaron a cobrar vida otra vez entre los seguidores del deporte de los jonrones, las atrapadas espectaculares y los deslizamientos.
El tiempo pasó, el III Clásico Mundial llegó, y con la victoria inédita del elenco quisqueyano en el universal torneo, la fiebre del béisbol en Dominicana se disparó a niveles inimaginables hasta entonces.
A la historia del deporte contemporáneo trascendió «el poder del mangú», una comida típica a base plátano, como el símbolo del excelente desempeño de un conjunto invicto en ocho presentaciones en el Clásico.
La alegría todavía late aquí, y muchos fanáticos siguen el desempeño de los campeones en las Grandes Ligas como los héroes que nunca dejarán de serlo.
Mientras, las autoridades del también denominado Big Show no detuvieron las investigaciones sobre el dopaje, y el escándalo de Biogénesis, la clínica implicada y con sede en Coral Gables, Miami, alcanzó esta semana su mayor resonancia.
Nueve peloteros de origen dominicano, de un total de 13, fueron sancionados por la Gran Carpa, y desde entonces aficionados y periodistas vierten disímiles juicios, principalmente para criticar a los tramposos.
La suspensión se debe al uso y posesión durante los últimos años de numerosas formas de sustancias prohibidas que elevan el rendimiento deportivo de los atletas, incluyendo testosterona y hormona de crecimiento humano.
Criterios de expertos afirman que el dopaje biogenético permite elevar el rendimiento, específicamente con la droga de crecimiento hormonal HGH, un agente anabólico que provoca la alteración en la reproducción y regeneración celular en el ser humano.
También logra la estimulación del sistema inmunológico y el aumento de la síntesis de proteínas y la masa muscular a través de la hipertrofia del sarcómero.
Entre los castigados aparece el nombre de Alex Rodríguez, quizás el jugador más mediático del orbe y a quien casi nadie perdona cualquier falta por más humana que pueda parecer.
Con el tercera base de los Yankees de Nueva York, involucrado antes, como él mismo reconociera, en el consumo de sustancias prohibidas para elevar su rendimiento, todo tiende a magnificarse fuera y dentro del terreno, consideran varias voces.
A diferencia del resto de los inculpados, cuya condena fue de 50 partidos sin jugar, la pena para el seleccionado tres veces MVP de la Liga Americana ascendió a 211 encuentros.
De concretarse la medida, apelada inmediatamente por Rodríguez con el objetivo de jugar tras una segunda operación de la cadera que lo alejó de los diamantes desde el final de la temporada pasada hasta el lunes anterior, el regreso del recio bateador ocurriría en 2015.
Para esa fecha el quinto mayor productor de cuadrangulares en la historia de la Gran Carpa tendrá 40 años de edad y casi dos inactivo, lo cual hace pensar a muchos en su retiro.
En opinión del jurista Domingo Porfirio Rojas, el pelotero mejor pagado de la historia no midió las consecuencias futuras de sus acciones y por esa razón está pagando el error.
Consideró que la sanción aplicada a Rodríguez resultó benévola, si se toma en cuenta la gravedad de las acusaciones, incluidas las intenciones de no cooperar con la justicia.
Debería hacer un mea culpa por sus acciones fuera del terreno, las cuales distan mucho de su status como beisbolista, subrayó el abogado.
Esta será la pelea de mi vida, enfatizó Rodríguez antes de su debut con los Yankees en la presente temporada cuando ya era público el castigo.
Los otros dominicanos, que sí acataron la sanción, son Nelson Cruz, Johnny Peralta, Fernando Martínez, Antonio Bastardo, Jordany Valdespín, César Puello, Fautino De Los Santos y Jordan Norberto.
A ellos se suman el nicaragüense Everth Cabrera y los venezolanos Francisco Cervelli, Jesús Montero y Sergio Escalona.
Por otra parte y también vinculado al caso mencionado, el
estadounidense Ryan Braun aceptó hace dos semanas una suspensión de 65 partidos.
Cometí un error de criterio que lamento profundamente, y acepto la responsabilidad; debí haber manejado la situación de una manera distinta, y mi enfermedad no era una excusa, expuso Cruz en un comunicado.
Allí planteó que sufrió una infección gastrointestinal de noviembre de 2011 a enero de 2012, y el padecimiento no fue diagnosticado oportunamente.
Unas pocas semanas antes de que debiera reportarme al entrenamiento de la pretemporada siguiente, no estaba seguro de si tendría la capacidad física para jugar, recordó, y así sucedió la equivocación.
Los dominicanos no debemos sorprendernos porque algún compatriota recurra a métodos mañosos para ejecutar trampitas y triquiñuelas y sacar altos beneficios, escribió un reconocido periodista deportivo de esta nación.
Si un pelotero recurrió al uso de esteroides para mejorar su
rendimiento, en mi caso no me asombra, de ese susto no me muero. Es lamentable admitirlo, pero a una gran mayoría nos gusta la ilegalidad, apuntó en Diario Libre.
Resulta normal, enfatizó, ver en nuestra sociedad cómo se pasa de la extrema pobreza a la extrema opulencia, y en vez de un coro de rechazo, encontramos un orfeón de aplausos.
Por Diony Sanabia
Corresponsal: Prensa Latina