No hablamos de quienes tienen el trastorno severo de personalidad, sino de aquellas personas que actúan con marcados rasgos narcisistas. Es decir, los que están enamorados de ellos mismos… siempre. Esa es su principal y mortífera característica.

Narcisista



“Para reconocerlos solo te tienes que fijar en que son los que hablan siempre desde su grandiosidad y se sienten superiores al resto”, señala Perla Ben-Dov, directora de la Escuela de postgrado e Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo.

Precisa que hay diferentes niveles de narcisismo. Lo normal, cuenta, es tener un buen nivel de amor propio, sentirse seguro, pero lo nocivo sentirse grandioso, único, superior.



“Hay que poner ojo a los que son tan arrogantes que cuando no los admiras, aplaudes ni encuentras que todo lo que hacen está bien, entran en descalificaciones mostrando un estilo muy poco empático”, advierte.

Lo peor es que a esas personas, añade, les cuesta amar porque son demasiado utilitarias con el resto, ya que lo único que les interesaría es lograr la admiración y la permanente auto gratificación. “Funcionan en polos, te idealizan o descalifican y te convierten en una basura”.

Además, declara Ben-Dov, que este estilo narcisista es más frecuente en hombres. Suelen ser muy envidiosos y fácilmente ven en los otros los aspectos que ellos no poseen. Y, como si fuera poco, tienen también dificultades para reconocer sus errores. ¿Pasteles?

“Les cuesta muchísimo recibir críticas y cada vez que les muestras algo que no funciona bien, lo viven como herida al amor propio o lo que se llama herida narcisista, un quiebre al amor propio. Es que son muy inseguros de sí mismos”, afirma la docente.

En ese sentido, la especialista explica que esa forma de mostrarse es tan solo una fachada, porque si uno escarba un poco, aparece una persona con una imagen muy disminuida de sí misma.

“Esa apariencia de ser fantásticos y súper seguro son defensas que tratan de compensar ese vacío que sienten respecto a sus capacidades”, asegura.

Cómo identificarlos

Aunque no hay que olvidar que el narcisismo es un rasgo de la personalidad que varía de persona en persona. Los dañinos sólo son quienes actúan en forma demasiado autorreferente y no se preocupan para nada de las necesidades de su pareja.

De acuerdo a los especialistas universitarios, un aspecto que suele pasar por alta la grandilocuencia de los narcisos, es que estos galanes creen que son físicamente más atractivos e inteligentes que casi todo el mundo.

Aunque muchas veces lo sean, en un hombre eso no lo es todo. Otra opinión que ayuda a identificarlos, es que la publican en un artículo de la Revista de Psicología dos psicólogos de la Universidad de Washington en St. Louis, Nicolás Holtzman y Michael Strube.

Afirman que para distinguirlos, hay que fijarse también en el sonido de su voz. “Comprobamos que les encanta como hablan, pero casi siempre tienen conductas verbales desagradables, hablan en voz alta, maldicen y usan un lenguaje muy sexual en comparación con quienes son más modestos”, escriben.

Para reconocerlos fácilmente entregamos las claves para analizar a un buenmozo hablador, coqueto pero narciso:

1. Reorientan la conversación hacia ellos.

2. Se jactan de sus logros aunque no siempre son reales. Sus familias son “perfectas”.

3. Hablan siempre en todo grandilocuente aludiendo más bien a fantasías y mitos sobre lo que hacen.

4. Cuando conversan usan un tono de voz alto y hacen movimientos de manos exagerados y muestran un total desinterés cuando otros hablan.

5. Cuando se deja de adularlos caen en reacciones catastrofistas.

6. Eligen a parejas que puedan ser serviles con ellos, que se pongan al servicio de su gratificación narcisista del narciso.

7. Convencen al otro que es total y absolutamente dependiente de él.

8. No reconocen necesidades del otro como importantes.

9. Suelen ser promiscuos, es una estrategia clave que permite a los narcisistas mantener el control. Están siempre en busca de un mejor trato.

10. Hombres narcisistas tienden a atraer a las mujeres que anhelan el drama.

Por Emol / GDA El Nuevo Día