Por Aneudys Santos
Nos asusta la violencia imperante en las calles, ella mancha de sangre aceras y asfalto haciendo famosas a victimas hasta hace poco desconocidas mientras convierte en fugitivo mediático al victimario pronto a entregarse a algún reconocido periodista en aras de procurarse a salvo. De nada nos vale reflejar la desgracia en estadísticas en pro de escarmentar a quien pronto se dispone a perpetrar un nuevo crimen: los números nada dicen del mal social que engendra nuevos delincuentes, del sueño que tras convertirse en pesadilla convierte en monstruos a muchos de nuestros jóvenes. La nuestra, es una sociedad programada para no asumir riesgos, característica propia de un país cuya élite empresarial es en su casi totalidad española de comerciantes importadores a quienes nada les interesa el desarrollo de la producción local pues saben que la misma les haría competencia a los productos por ellos importados.
De la misma forma que no se quiere correr riesgo en la innovación, es decir en nuevas formas de hacer negocios y producir riquezas, así mismo le negamos la oportunidad de un primer empleo a un joven que desea insertarse en la dinámica productiva para poco a poco con un pírrico salario ir adquiriendo una más pírrica aun cuota de poder adquisitivo que le de libertad… de consumir. Pero le negamos esa oportunidad con el pretexto de que no tiene experiencia, ignorando que en el momento mismo de esa respuesta estamos engendrando a un resentido social en potencia.
Muchos, pasan al comercio informal, otros hacen de la vagancia el modus vivendi de consumir su resignación, unos pocos se convierten en emprendedores pero otros encuentran en el hurto compulsivo no solo un plato de comida y prendas vestibles: es su forma de vengarse ante una sociedad que al no creer en ellos termino atracando su futuro pues antes de él robar la vez primera ya le habíamos arrebatado la esperanza. Un gerente de recursos humanos incapaz de escanear completamente a sus empleados potenciales y que prefiere decir ‘ ‘No tienes experiencia, necesitamos gente con experiencia laboral en esta área’’ antes de hacer una evaluación profunda para determinar si en verdad ese joven deseoso de ese primer empleo puede transformar esas energías de neófito en el coraje necesario para hacer un buen trabajo, es sencillamente el autor intelectual de los crímenes a cometer por el resentido social que él ha creado en el momento mismo que pronuncia la estúpida frase ya citada.
Si no comenzamos a creer en nuestros jóvenes, ellos no solo dejaran de creer en nosotros como sociedad viable, sino que también nos harán pagar muy caro por haberles arrebatado esa esperanza pues la violencia no tiene límites, se supera a sí misma en distintos grados jerárquicos de crueldad. Démosle empleo a esos jóvenes sin experiencia laboral para no seguir pasando tanto trabajo con la violencia en las calles, en otras palabras démosle futuro en aras de impedir que algunos carcomidos por el resentimiento no malogren nuestro presente.