Punta Cana seduce con su extenso litoral de arenas blancas, lujosos resorts y el ritmo del merengue. También ofrece paseos embarcados, arte prehispánico y sabores autóctonos, así lo informa el diario clarin.com, República Dominicana, tierra fértil para cumplir los sueños.
Mariscos y pescados frescos, delicadamente servidos en el restaurante Gabi Beach del resort Paradisus, dan forma a un fugaz espectáculo para los ojos, una contundente carta de presentación de Punta Cana que, en cuestión de segundos, parece evaporarse para saltar del plato directamente al paladar. La llegada a República Dominicana ya había resultado más que auspiciosa, gracias a los buenos oficios de un oportuno mojito, mezcla tan simple como efectiva de limón, ron blanco, hierbabuena y azúcar.
Un camarero percibe rápidamente el saludable efecto que los sabores autóctonos empiezan a causar entre los visitantes argentinos y, rápido de reflejos, les recita la programación de eventos temáticos. “Por las noches se organizan el Staying Alive, el Glorius Fashion Party, el Bubble Champagne Chic, el Taino Afro Party y el C’est La Vie”, sugiere amablemente sin esperar respuesta ni inmediatas adhesiones.
Sus pretensiones no pueden ir mucho más allá del trámite informativo. Sabe bien que el lujoso complejo con sistema “todo incluido” induce a disfrutar libremente, sin ceñirse al rigor de los horarios preestablecidos.
El menú de propuestas placenteras al alcance de la mano había empezado a distraer a los flamantes huéspedes inmediatamente después de haberse despegado de sus equipajes y salieran disparados de las habitaciones en procura de un almuerzo tardío. El sendero que conduce hasta el restaurante serpentea imitando las formas circulares de la piscina y empuja varias veces a cambiar de idea. Aunque el recién llegado aterrice famélico, un poderoso impulso interior pugna por catapultarlo a los pies de las reposeras acolchadas que recubren la orilla, donde otros afortunados se dejan caer al agua o animan charlas a puro ron, whisky o jugo de fruta.
Mientras tanto, por detrás de la piscina, las fuentes de agua, el parque y sus palmeras, ya asoma la pieza más valorada de este destino caribeño, probablemente diseñada por la naturaleza para aspirar al sitial del mismísimo Paraíso terrenal: el mar turquesa, que mantiene su envidiable semblante, sin siquiera una mínima rugosidad, al ser atravesado continuamente por las embarcaciones de pesca, paseo y snorkelling. artículo completo.