Mientras que los habitantes de países ricos tienden mejores niveles de educación y sanidad, los pobres suelen encontrar un mayor sentido de la vida, aunque vivan en condiciones difíciles, sobre todo si son creyentes, según un estudio psicológico.
«Hasta ahora, la riqueza ha estado casi siempre asociada con la esperanza de vida, la salud, la felicidad o la satisfacción con la vida», explica el psicológico Shigehiro Oishi, de la Universidad de Virginia, EE.UU. «Dado que el sentido de la vida es un aspecto importante del bienestar en general, hemos querido examinarlo más detalladamente».
Para determinar los patrones psicológicos relacionados con el sentido de la vida, los investigadores estadounidenses formularon a los participantes en el estudio dos preguntas: «¿Siente que su vida tiene un propósito o un significado importante?» y «¿es la religión una parte importante de su vida diaria?».
Los datos recabados en diferentes países evidencian que, aunque los encuestados estén satisfechos con sus condiciones sociales, cuando la religión deja de tener un lugar importante en la vida cotidiana, los encuestados reportan estar perdiendo el sentido de su vida, lo que se confirma por las tasas de suicidios, que son más altos en comparación con algunos países pobres pero con mayores niveles de religiosidad.
«La religión es un sistema que conecta las experiencias diarias con una estructura general de la vida […] y juega un papel fundamental en la construcción del sentido pese a las dificultades existentes», aseguran los investigadores.
Fuente: actualidad.rt.com